Sindicales

28/3/1996|487

Desmantelan industria automotriz

El grupo Macri está desmantelando la planta de Sevel en Berazategui y prepara despidos masivos en la de Caseros. En ambos casos pretende volver a tomar como aprendices o con salarios disminuidos en un 60% (convenio Fiat) a los trabajadores que necesite. Este feroz ataque capitalista no está dictado, sin embargo, por una estrategia de expansión de la industria sino por su demolición.

El grupo Macri, que fabricaba el 30% de los autos, ha dejado prácticamente de hacerlo a partir de su ‘divorcio’ con la Fiat. Por eso, “Sevel explora caminos para ver qué hace con su estructura industrial (planta principal en Palomar, secundaria en Berazategui)…  y quiere venderle a Fiat las máquinas que le compró a los italianos para fabricar el Fiat 178, un modelo que desde diciembre la propia Fiat armará en Córdoba” (Clarín, 21/3). Macri sólo se dedicará a producir un modelo de Peugeot, que puede ocupar una franja marginal del mercado.

Por su lado, “Fiat Auto es la primera automotriz autorizada a importar autos con 2% de arancel (un privilegio que sólo tenían las automotrices instaladas) antes que comience a producir en el país. Diez meses antes del inicio de la fabricación del modelo 178, la automotriz podrá traer al país vehículos marca Fiat y Alfa Romeo, que serán compensados con la exportación de los motores que produce CORMEC” (Cronista 15/2). La resolución ‘excepcional’ de la Secretaría de Industria fue parte de la negociación por el convenio Fiat-Smata.

El ‘ajuste de cuentas’ entre Macri y la Fiat revela que “En la Argentina… las terminales están optando por ensamblar en el país un modelo, o familia de gama media, que complementan con unidades similares o de vehículos chicos, fabricados en Brasil. Y a esto suman la línea más sofisticada de vehículos grandes, deportivos, o de alto precio, con importación” (El Economista, 22/3). La ‘línea’ es  ensamblar dos o tres modelos e importar. Es decir convertir a las terminales automotrices en armadurías y distribuidoras.

Esto explica que en 1995, por cada 100 autos fabricados en la Argentina se importaron 47, y que en el primer bimestre de 1996, la proporción (del 47%) “saltó a un espectacular 70%” (informe de ADEFA, Clarín, 8/3).

No somos responsables de la crisis

Durante años los pulpos automotrices batieron el parche del ‘elevado costo laboral’, buscando que la ‘competencia’ entre los capitalistas se transformara en una competencia entre los trabajadores para aumentar sus respectivos niveles de explotación. Resultado: el ‘costo laboral’ argentino es hoy uno de los más bajos del mundo, comparado no ya con Estados Unidos o Japón, sino con los países del Sudeste asiático,  mientras la productividad creció un 300% en cinco años, una ‘diferencia’ embolsada íntegramente por los capitalistas.

Por eso, si la patronal no puede garantizar la ‘fuente de trabajo’, el Estado debe expropiar Sevel Caseros y Sevel Berazategui y las plantas deben funcionar bajo control de los trabajadores.