Sindicales

30/9/2004|870

El 60% votó contra Daer

La burocracia de Daer retuvo la conducción del sindicato Capital de la Alimentación. Obtuvo el 44% de los votos (Lista Verde. 1.198); el 34% fue para la burocracia disidente (Lista Azul, 920) y el 23% para el frente contra las dos burocracias (Celeste y Blanca, 640).


La última vez que se presentó una lista contra la burocracia en este sindicato fue hace más de veinte años, en 1983. La burocracia tuvo que volver a "abrir el juego", esta vez, golpeada por la rebelión popular que se desenvolvió en las plantas más importantes. La lista contra la burocracia se apoyó en las direcciones electas por la base en los últimos dos años en las plantas más importantes del gremio.


La Lista Celeste y Blanca triunfó en las fábricas grandes (Terrabusi, Stani y Bagley) con el 50% de los votos; salió segunda en Bonafide y Felfort -las medianas más importantes luego de aquéllas-, y ganó, además, en varias fábricas chicas (La Bolsa de Café, Glader). Es decir, la lista de luchadores domina en las plantas más grandes, donde se concentra la experiencia de la clase obrera (la burocracia triunfó en la mayoría de las empresas chicas, en las que el nivel de organización es menor, y en una sola fábrica medianamente grande, Chocolates Bariloche).


No sólo el aparato


Como en cualquier elección, él peso del "aparato" en la votación de la burocracia es insoslayable.


Los votos de las dos alas de la burocracia tampoco son genuinos. 280 corresponden a afiliados con un mes de antigüedad convalidados por una resolución del Ministerio de Trabajo. Otros 216 corresponden a supuestos trabajadores de agencia ("truchos"). 154 corresponden a profesionales y empleados de la obra social también. En el gremio hay 4.500 afiliados sobre 11.000 trabajadores. La victoria de la burocracia se sustenta en el tutelaje que ha establecido con las patronales en el grueso de los establecimientos.


Actuar


La rebelión que dio origen a la Lista Celeste y Blanca continúa, como se expresa en la votación y la movilización para impedir el cierre de Bagley.


El balance debe considerar que la Lista Azul, de la burocracia disidente, tuvo su origen en el intento de explotar, en forma oportunista, el descrédito de Daer, con el resultado de que las listas contrarias al oficialismo obtuvieron el 54% de los sufragios (34% y 23%). No debería descartarse, ahora, la posibilidad de un pacto Daer/Giménez. En cualquier circunstancia se abre un horizonte de crisis para la lista Azul.


En el activismo está la expectativa de convertir a la masa de delegados y ac­tivistas que se sumó a la Celeste y Blanca en un canal para la lucha y or­ganización de todo el gremio.


Esto plantea un frente unido ante las batallas inmediatas que están planteadas. Una convocatoria a una movilización de conjunto para impedir el cierre de Bagley, luchar por un aumento de emergencia, impedir los despidos y la tercerización (¡Terrabusi!), arrancar el reconocimiento de la organización gremial y del convenio (¡Stani!), imponer la efectividad de los contratados y la elección masiva de delegados (en todo el gremio). Este conjunto de reclamos podría dar lugar a un petitorio avalado por asambleas de empresas, que se enriquezca con el aporte del conjunto y vaya unido al planteo de Asamblea General para resolver un rumbo de acción.


Hacer valer la votación obtenida exige un plan de acción volcado a las em­presas y un trabajo sistemático para poner en pie una corriente clasista en la alimentación.