Sindicales

10/6/2021

El dietazo de diputados y senadores será incluso más alto que un 40%

Aún con este aumento, las escalas salariales más bajas del Congreso quedan muy por debajo de la línea de pobreza. El contraste entre el dietazo y una paritaria insuficiente.

Iván Carnevale Ojo Obrero Fotografía

Mientras aún acaparaba la atención cómo la diputada kirchnerista Fernanda Vallejos pataleaba por considerar insuficiente el aumento del 40% a las dietas de los parlamentarios, ahora trascendió que en realidad el aumento trepará hasta a un 46,41%.

Sucede que luego de los aumentos que iban a darse en cuatro tramos acumulativos de 10% de julio a octubre, en noviembre la escalada culmina con un 6,41%. Así, a los privilegiados montos que los legisladores perciben actualmente, se les dará para fin de año un aumento de casi la mitad. Un brutal contraste, como señalamos, en relación con la mitad de los salarios que se ubica bajo la línea de pobreza, o con las jubilaciones y salarios mínimos, que hoy merodean la línea de indigencia.

Es pertinente considerar que en el Congreso de la Nación desempeñan funciones alrededor de 14 mil trabajadores. Según la información de las escalas salariales a enero de 2020 que ofrece su propio sitio web -y agregándole la paritaria del 25% completada en marzo para ellos-, hoy el puesto de peor remuneración supera tímidamente los $29.200. Con un aumento del 46,41%, estos trabajadores pasarían a percibir un salario de $42.807 dentro de 6 meses; es decir, un salario muy por debajo de la línea de pobreza situada en $65.000, que para noviembre habrá aumentado de forma abultada al compás de la inflación.

Entonces, sin siquiera ir a comparar las dietas de lujo con los salarios de un médico o un obrero de fábrica, ya la situación de privilegio de diputados y senadores contrasta exponencialmente con una parte sustancial de los propios trabajadores del Congreso. Es cuanto menos un fraude que la paritaria de estos últimos corra de igual forma para los representantes de los bloques que componen el parlamento.

Otro dato que se desprende de todo esto es la forma bochornosa en que quedó desdibujada la maniobra de fijar la meta inflacionaria en un 29% en el Presupuesto 2021, irónicamente, votada y validada en el propio Congreso. Esto da cuenta de como se pretendió abroquelar con un número desmentido por la realidad misma las paritarias en un techo contiguo al 30%, una maniobra que lejos de ser un “acuerdo de precios y salarios” fue un acuerdo contra los salarios ante el aumento descontrolado de los precios.

En ella corrió rápidamente la burocracia sindical a poner el gancho, y ahora siente el calor de una presión fogoneada por la conquista de paritarias por encima del 50% estipulativo de inflación anual real con experiencias como la del Sutna, los vitivinícolas o los autoconvocados de salud de Neuquén, es decir, con los métodos de lucha históricos de la clase obrera. Para contener la explosión de procesos similares, la burocracia ahora pide los adelantos de las cláusulas de revisión o puja por paritarias un poco mayores, pero con el único norte de “cambiar un poco para que no cambie nada”, es decir, estancar el sueldo por debajo del aumento real de la inflación.

Así fue que rápidamente celebraron este 46,6% los representantes de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), la Unión de Personal Civil de la Nación (UPCN) y la Asociación de Personal Legislativo (APL).

Sin embargo, este aumento a las jugosas dietas de quienes votaron el Presupuesto 2021 y la meta trucha del 29% para hundir los salarios, se traduce por contrapartida también en un aumento paritario insuficiente para los trabajadores de las primeras categorías del Congreso, que están sumergidos bajo la línea de pobreza. Se hace sumamente necesaria la efectivización de una paritaria aún mayor para todos ellos, que supere la línea inflacionaria de mínimo un 50%, y que incluso vaya más allá para recomponer los salarios por encima de la canasta básica familiar con cláusulas de actualización. Y, claro, que ello no aplique a los diputados y senadores y toda su privilegiada periferia burocrática, los cuales deberían ganar como máximo 4 salarios mínimos, como lo planteamos en los muchos proyectos que presentamos desde el Frente de Izquierda Unidad en el Congreso Nacional y en legislaturas provinciales.