Sindicales

15/3/2007|983

El Hospital Francés tiene también su “historia oficial”


Siempre existen escribas obsecuentes dispuestos a rendir pleitesía y prestar sus servicios al poder político. Por más que Kirchner despotrique contra el periodismo, tiene una legión de amanuenses que incluso serían la envidia de sus antecesores. Una de esas muestras la tenemos en un artículo que uno de los editorialistas de Página/12, Mario Wainfeld, escribe sobre el Hospital Francés, en coincidencia con la decisión del gobierno de expropiarlo.


 


El artículo, publicado el 31 de enero, no tiene desperdicios. Gracias a él, nos enteramos que la decisión de intervenir el Francés habría sido fruto de una coincidencia. ”Un médico muy amigo del Presidente le pidió que interviniera para evitar la caída del Hospital Francés." Entonces, el Presidente “se comprometió públicamente a hacerse cargo del entuerto ante la mirada sorprendida de algunos de sus funcionarios”. Wainfeld está desmemoriado, pues en el momento al que hace referencia, el conflicto del Francés ya estaba instalado en los medios, como resultado de una gran movilización de sus trabajadores. Cuando Kirchner plantea que hay que encontrar una “salida creativa y salvar al Francés”, los compañeros venían de protagonizar cortes y marchas, ocupando las arterias céntricas de la ciudad y ventilando a la luz pública su vaciamiento. La denuncia del vaciamiento comprometía seriamente a Alberto Fernández, cuestión que sorprendentemente Wainfeld omite. El jefe de Gabinete estaba al frente del Grupo Bapro cuando promovió su asociación con el Francés, turbia y fraudulenta, que fue la que terminó de precipitar la bancarrota del Hospital. La intervención presidencial, lejos de ser una coincidencia que revelaría la "sensibilidad social" del Presidente, constituye casi un acto en defensa propia.


 


La expropiación estaba fuera de los cálculos del gobierno, que hizo varias tentativas fallidas por imponer una reprivatización del Hospital. Primero, intentó circunscribir el auxilio económico a un período acotado. El subsidio otorgado por la Legislatura fue por única vez. Junto con esa ayuda para cubrir los atrasos salariales, metió al interventor Salvatierra, quien pretendió infructuosamente avanzar con una salida privatista, previo desguace, desmantelamiento de servicios y una reducción del personal. Wainfeld presenta la gestión de Salvatierra como un cuerpo extraño a la política del gobierno, cuando el interventor no dio un solo paso sin la venia de sus superiores en la Casa Rosada. No es verídica la presentación que hace Wainfeld del gobierno como una suerte de árbitro, mediando entre las partes. Tuvo que ocurrir el escándalo que conmocionó la opinión pública, para que el gobierno nacional finalmente, le soltara la mano a su colaborador. Sólo cuando este rotundo fracaso puso en tela de juicio la propia estabilidad de la Jefatura de Gabinete, se dignaron a reemplazarlo. Pero aun en esas circunstancias de crisis, el gobierno siguió buscando alguna alternativa de reprivatización, a través de la constitución de un fideicomiso o por medio de otras combinaciones financieras.


 


Lo que no deja de ser útil es que Wainfeld, con un mes de anticipación, teniendo en cuenta que el artículo fue escrito a fin de enero, señala cómo la expropiación constituye un campo minado, que abre las puertas a toda clase de maniobras. El periodista abre el paraguas sobre la viabilidad de la expropiación”… queda el dilema de saber cómo podrá el Gobierno expropiar inmuebles sujetos a un trámite judicial (el concurso comercial) sin hacerse cargo de la deuda. Las normas legales respectivas son bastante rígidas, como correlato de las limitaciones que impone el concurso a las facultades de los acreedores”. Nos resistimos a creer que Wainfeld no esté bien asesorado para saber que la expropiación, por definición, consiste en apropiarse de los activos y no de las deudas. La mayoría de las empresas “recuperadas” se encontraban en concurso cuando fueron expropiadas, de modo que ese hecho no puede sorprender a nadie, más teniendo en cuenta que, en ese caso, los principales acreedores son los propios trabajadores. La insistencia del periodista sobre las dificultades jurídicas y legales para consumar la expropiación nos está indicando que algo se está cocinando, probablemente con acreedores y antiguos vaciadores del Francés, a contramano y a espaldas de los trabajadores.


 


Los compañeros del Francés deben estar muy atentos en la etapa que se abre y oponer a todos estos chanchullos y negociados el reclamo de la expropiación sin pago del Francés y destinar el dinero que hubiera estado dirigido al resarcimiento de los vaciadores, a cancelar la deuda salarial y reactivar integralmente el Hospital, bajo la supervisión y control de los trabajadores.


 


La historia oficial sobre este punto está llamada a correr la misma suerte que en todos los capítulos anteriores. Va a terminar sucumbiendo frente a la historia real que los trabajadores escriben con su lucha.