Sindicales
3/2/2011|1164
El K Ongaro es de Clarín
Inmediato plenario del gremio para apoyar a los delegados represaliados
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La tentativa del Grupo Clarín de presentar los bloqueos a los portones de sus empresas como “un ataque a la libertad de expresión” desnuda su concepto patronal. Es Clarín quien, sistemáticamente, pisotea leyes y derechos elementales. Justamente, el conflicto actual tiene por origen el despido de 119 trabajadores de AGR en 2004 (incluida la comisión interna y dos congresales de la Lista Naranja) por una huelga en defensa del convenio colectivo.
Desde entonces, la empresa ha desoído todos los fallos judiciales favorables a los obreros e incluso, luego de la protesta de diciembre pasado, despidió a tres delegados que se encontraban cumpliendo tareas adentro y a otros dos activistas por solidarizarse con la medida. Luego de eso, la patronal viene impidiendo la elección de delegados con el objetivo de armar una lista afín o una representación “trucha” elegida a dedo, que actúe al margen del sindicato.
Tampoco se presentó a las audiencias convocadas por el Ministerio de Trabajo, el cual por su parte -salvo la multa millonaria que le aplicó hace unos meses y que Clarín apeló- no ha hecho otra cosa. No se entiende, entonces, por qué la comisión interna espera, según declaró a Tiempo Argentino, “que el ministro se ponga al frente del conflicto” y, menos aún, por qué dice tener “confianza en él”.
El moyanismo confunde
Es claro que los bloqueos se inscriben en la campaña del gobierno -y de Moyano en particular- contra Clarín. La persecución a la actividad gremial en las empresas del grupo no empezó ahora y la CGT jamás abrió la boca antes (en realidad, Piumato fue un activo operador contra la huelga de 2004, cuya derrota abrió la puerta a la ofensiva empresaria).
La actuación del moyanismo en este conflicto tiene un carácter muy particular. Ninguna declaración -ni de los delegados ni del gremio- menciona a Pablo Viñas como uno de los despedidos que lucha por su reinstalación, a pesar de que se trata de un ex delegado de la planta, congresal del sindicato dos veces electo y dirigente de la agrupación Naranja Gráfica; tal vez porque Viñas fue el único que denunció ante la comisión de Legislación del Trabajo de la Cámara de Diputados la completa inacción del gobierno durante cinco años y le reclamó a Tomada sanciones concretas contra la empresa por incumplir los fallos.
La Verde aísla a AGR del gremio
El Ministerio de Trabajo convocó una nueva audiencia en estos días. Los delegados prometieron retomar el “plan de lucha” si no hay una solución a la reincorporación y la elección de delegados. El “plan” de bloqueos y actos de la Juventud Sindical, por mucho que pueda entorpecer el funcionamiento de la empresa, ha mostrado una debilidad fundamental: la completa marginación de los gráficos de las acciones y de las motivaciones de esta lucha.
El sindicato nunca difundió el conflicto, ni antes ni ahora. El gremio, en su inmensa mayoría, se ha enterado por la agitación de la Naranja. Fue la agrupación Naranja la que, en el bloqueo de diciembre, organizó la solidaridad de las internas para que no se imprima la revista “Viva” -mientras la conducción se dividió entre los que no movieron un dedo y los que directamente carnerearon: la interna de Clarín-Zepita, integrante de la directiva, permitió que la revista se imprima parcialmente en esa planta. La Federación Gráfica Bonaerense se ha limitado a poner su bandera para las fotos y a acompañar como segundo (o tercer) violín las iniciativas de los camioneros.
Esta política ha tenido consecuencias espantosas adentro de la planta de AGR. La patronal inició una ofensiva terrorista a partir del bloqueo moyanista y logró firmas masivas bajo extorsión contra el piquete, luego de lo cual despidió -como se dijo- al resto de la interna y a dos compañeros que confraternizaron con el piquete.
Ongaro es de Clarín
Ya se sabe que Ongaro es un enemigo de toda movilización obrera. Se sabe, también, que fue vendedor de afiliaciones para la AFJP Activa del grupo Clarín. Pero posiblemente en este caso haya algo más. La bancarrota de la obra social es utilizada por Moyano para exigir cuotas de poder para “su fracción”, entre los que se cuentan algunos delegados de AGR. Por eso, la APE (Administración de Programas Especiales, controlada por el camionero) retiene 13 millones de pesos de reintegros que se adeudan a la Obra Social del Personal Gráfico (OSPG).
El desfinanciamiento de la clínica se agrava por el éxodo constante de afiliados -en particular de aquellos que tienen los salarios más altos- hacia otras obras sociales. En este contexto, la contribución histórica de Clarín, que aporta por todos los afiliados gráficos prácticamente sin contraprestación (ya que los empleados del grupo están adheridos a una prepaga), convierte a la OSPG y a Ongaro en Clarín-dependiente.
¡Que el ongarismo abandone ya su complicidad con Clarín y convoque al plenario de delegados en la puerta de AGR para resolver acciones de lucha de todo el gremio por la reincorporación inmediata de los despedidos y todas las reivindicaciones del taller.