El paraíso laboral según Mercedes Benz

Joachim Maier, presidente de Adefa y la automotriz alemana, reveló su plan flexibilizador


El presidente de la Asociación de Fabricantes Automotores (Adefa) y de Mercedes Benz ha hecho público el programa de las patronales (no sólo automotrices) para la actual etapa. Sin anestesia, caracterizó que “el gobierno no ha implementado ninguna reforma estructural para mejorar la competitividad de la Argentina” y advirtió que “la industria automotriz… está jugando en este momento la sustentabilidad a largo plazo” (La Nación, 30/7). 


 


Como respuesta a este virtual ultimátum, las terminales pretenden un “estatuto de estabilidad” de por lo menos diez años, con una reducción de la carga tributaria de unos seis puntos sobre el costo de producción, un aumento del reintegro a la exportación del 6 al 12 por ciento y una reforma laboral, aún cuando, con la complicidad de la burocracia del Smata, las patronales han avanzado en la materia más que ninguna otra en la última década.


 


Como en Brasil o peor


 


El diagnóstico del que parte el titular de Adefa es que “la mano de obra en Argentina está muy protegida” y que la clave es provocar un vuelco en el rendimiento por hombre y por hora. Se apresura a plantear que “hemos excluido el tema salario” para desenvolver un programa de exigencias de cambios en el régimen del trabajo que significan un arrasamiento de conquistas laborales. Lo que encabeza el “pliego de reclamos” es la polifuncionalidad, “no que a un trabajador se lo pueda usar para esto y no para otra cosa” -ilustra el capo automotriz-, para evitar el aumento artificial de la mano de obra, “o sea la ineficiencia”.


 


Plantea la necesidad de flexibilización en la contratación de personal temporario y/o eventual. Tanto el trabajo eventual (empleo por circunstancias extraordinarias, como la cobertura de un trabajador con licencia por enfermedad) como el temporario (turismo, cosechas) deben tener un límite, que la Justicia tiende a considerar de seis meses dentro de un mismo año. Ambas modalidades son cubiertas hoy vía tercerización, y no respetando el convenio de la rama, lo que ya de por sí establece una divisoria de aguas entre los trabajadores. Pero el “capo” de Adefa está pidiendo otro régimen, que le permita el uso de la mano de obra sin límite y sin pago de la indemnización.


 


El reclamo incluye “llevar el ausentismo a nivel internacional”. Casi como un eco, un reputado alcahuete del gobierno propone “limitar la cantidad de días pagos por enfermedad” y superado el promedio, una licencia sin goce de haberes (Clarín, 30/7).


 


El titular de Adefa innova en un punto: “Está el tema de la antigüedad, que deberíamos discutir. Sólo por eso aumentamos el costo laboral el 1% por año. Tenemos un trabajador treinta años en la empresa y te cuesta 40% más que uno nuevo por la antigüedad… no es justo, gana más porque calentó más tiempo la silla”. ¡Pero la antigüedad está ligada a la especialización del trabajador y las categorías que se corresponden con esa especialización! El hombre quiere arrasar con todo este régimen laboral y volver al salario al destajo.


 


La desvalorización de la fuerza de trabajo


 


Hace más de una década, en el convenio Smata-Toyota del año ’96, la burocracia aceptó la existencia de dos niveles de trabajadores, los operarios polivalentes y los líderes de célula, cuya función en ambos casos, era operar en cualquier tarea. Cierto que la burocracia “vendía” esta entrega con el pretexto de que era la condición para que se radicase una planta en el país. Ahora, Adefa lo pretende como premisa universal.


 


La polivalencia lleva de por sí, como puede imaginarse, a la destrucción de las categorías tradicionales.


 


El capitalista presenta la multifunción como un progreso en la calificación del trabajador, que de este modo estaría en condiciones de dominar el proceso del trabajo y hasta internarse en la investigación. Falso. El crecimiento en complejidad de las máquinas y los sistemas va paralelo a la simplificación de los conocimientos necesarios para operarlas. Se plantea, así, un proceso de descalificación, que evalúa al trabajador en función de una destreza específica, cada vez más unilateral, limitada y reiterada, y en la que cuenta, por sobre todo, la rapidez. Tiende a desaparecer el propio concepto de calificación, como puede verse en los tiempos de entrenamientos cada vez más cortos y el sometimiento cada vez más del salario a los premios de productividad, calidad y presentismo, que miden la extensión de la jornada y la intensificación física del esfuerzo del trabajador. 


 


Ni una sola de las modificaciones planteadas por el patrón de Adefa y Mercedes Benz es el fruto de la “modernización” capitalista. Es falso de toda falsedad que la tecnología traiga consigo la flexibilización laboral.


 


Va de suyo que estamos frente a un ataque estratégico y continental a la clase obrera, que es el intento más serio de trasladar la bancarrota capitalista a los trabajadores de América Latina. Se trata de invertir la fórmula: en lugar de “competir” con los obreros de México y Brasil, organizar una genuina alianza de la clase obrera del continente, para quebrar la reforma laboral.