El paro general por aumento de salarios del día 17 de octubre, dispuesto por el plenario intersindical de gremios estatales, se llevó a cabo masivamente en la gran mayoría de los hospitales y escuelas, al igual que en el Poder Judicial, algunas reparticiones públicas y en la empresa estatal de troles.

El paro enfrentó amenazas y aprietes en los lugares de trabajo (en troles el gobierno ordenó despejar un piquete y terminó haciendo circular algunos coches con personal no capacitado) y el descuento del día de paro.

El éxito de la medida, sin embargo, contrastó con la movilización, que solamente convocó a unos 1.300 trabajadores y organizaciones sociales y de izquierda. Menos de lo esperado.

Esta dicotomía expresa, por la negativa, el rechazo de los trabajadores a las conducciones sindicales que no muestran una salida obrera frente al hundimiento de sus condiciones de vida, que el gobierno profundiza a medida que se acentúa la crisis capitalista.

Por su parte, la conducción celeste del SUTE, que fue obligada por el plenario de delegados escolares a sumarse a la lucha (votaron en contra), no sólo no movió un dedo para garantizar el paro y la movilización, sino que por abajo saboteó llamando a no parar y a no movilizarse. La presencia de unos 300 docentes fue impulsada por las corrientes de oposición del gremio.

Está planteada la convocatoria a un nuevo plenario intersindical. Para garantizar el éxito de la lucha salarial en curso, se deberá apelar a la más amplia deliberación en los lugares de trabajo para mandatar a los delegados a continuar el plan de lucha dotados de un programa que responda a las necesidades del momento. Los trabajadores deben decidir qué hacer con la provincia y con el país. El PO pone a consideración su programa frente a la crisis.