Sindicales

20/12/2001|734

El reciente paro general

¿Qué representó el paro general del jueves pasado en el marco de la actual rebelión popular?


El paro fue masivamente anti-gubernamental, pero resultó políticamente impotente, entre otras cosas porque volvió a poner en evidencia la división de la burocracia sindical en función de diferentes líneas patronales. La CGT oficial sigue a la que aún considera a la continuidad de De la Rúa-Cavallo como el mal menor, en tanto que Moyano impulsa los objetivos devaluacionistas de la UIA y las maniobras políticas de Ruckauf. La CTA, por su lado, utiliza el pretexto de la “redistribución del ingreso” para recomponer el frente patronal seudoprogresista que se quebró con el hundimiento de la Alianza.


El paro, por otra parte, no tuvo un carácter anti-patronal; por el contrario, contó con el apoyo o al menos la neutralidad de los capitalistas. Estas características “policlasistas”, que obedecen a la amplitud de la crisis y al enfeudamiento de las direcciones tradicionales a la burguesía, lejos de darle vigor al movimiento de las masas lo anulan políticamente. Esto explica que muchos sectores obreros lo hayan aceptado a regañadientes e incluso lo carnerearan. El paro tuvo, precisamente, una fuerza superior allí donde la lucha de clases de los trabajadores se manifiesta con claridad. Esto ocurrió en Neuquén, donde los obreros de Zanón y otros sectores industriales luchan contra los lock-out patronales, y los estatales lo hacen contra su propio patrón, el gobierno de turno. Lo mismo ocurre en Foetra, que enfrenta la exigencia de rebajas salariales y la amenaza de despidos de Telecom y Telefónica; en la lucha de los ferroviarios contra Techint; en la lucha de Emfer; con las movilizaciones en Córdoba; y, por supuesto, en los cortes de ruta de los movimientos de desocupados.


La clase media de los profesionales y pequeños comerciantes se movilizó en coincidencia con el paro, pero al margen de la conducción y de los objetivos de la huelga. No acepta que los Daer o Moyano sean su canal de expresión, pero los liderazgos empresariales, como el Came que dirige Cornide, o el Frenapo de Carlos Heller (el tardío y último cavallista vivo), son todavía más incapaces que la burocracia sindical.


La neutralización del paro en sus alcances políticos, esto como consecuencia de sus propias contradicciones, se manifestó enseguida en la falta de presión para continuar con una huelga de 48 horas.


¿Qué se concluye de todo esto? Que el paro general aislado, resuelto desde arriba, se ha agotado como instrumento parcial o deformado de lucha, no es capaz de dar cuenta de la situación de las masas, e incluso está en contradicción con las tendencias a la rebelión popular que ya ha comenzado. Este agotamiento se vio en el completo fracaso de las dos concentraciones convocadas el día previo cuando Moyano sólo pudo reunir a tres mil personas y De Gennaro a menos de mil. En estas condiciones, el método de paro aislado queda como una reserva del frente patronal cuando, para provocar un desenlace de la crisis política, necesite arrastrar a una parte del pueblo.


La impasse del paro general se produce en un marco de rebelión popular. Se comienzan a destacar otras formas de lucha, como las ocupaciones de empresas, las movilizaciones a los supermercados, las marchas políticas y las huelgas indefinidas parciales y provinciales. Una conjunción de estos movimientos, inevitable a medida que se acentúa la descomposición económica y la política desorganizadora del gobierno, deberá llevar a la huelga política de masas y a una nueva organización de masas de los explotados.


La tarea del momento es, entonces, convertir la bronca en protesta, la protesta en movilización, la movilización en acciones conjuntas y éstas en una huelga general indefinida, siendo los piquetes y los comités de lucha y de huelga los eslabones que asegurarán el tránsito de una forma de lucha a otra superior para que el derrumbe lo paguen los banqueros y los capitalistas y para que los gobiernos de turno sean sustituidos por Asambleas Constituyentes soberanas. Organizar los piquetes (de obreros, de desocupados, de pequeños comerciantes y profesionales, y las asambleas populares que los reúnan a todos ellos) es la principal propuesta que dirigimos a todos los que encabezan estas luchas.