El pasado 6 de junio, en las elecciones de ATE, se impuso en Neuquén la lista Verde, de De Gennaro, con el 60%; la Morada-Verde obtuvo alrededor de un 30%, y la Naranja y Blanca un 8%.

En Neuquén Capital y zonas de influencia, donde se concentran casi 8.000 estatales y unos 2.500 afiliados, la lista Verde obtuvo apenas unos 400 votos. En toda la provincia votó apenas el 40% del padrón, contra el 56% que lo hizo en 1991. Estos resultados muestran la escasa participación electoral en todas las regiones de la provincia.

La Morada-Verde es un desprendimiento de la actual directiva y se estructuró capitalizando la bronca de los hospitales y sectores de la salud, luego de que una fenomenal huelga del sector fuera entregada alevosamente por los actuales ganadores de la elección.

Los resultados demuestran que un frente Morada y Verde-Naranja y Blanca hubiera tenido reales posibilidades de derrotar a la burocracia. Pero su candidato a secretario general, y a la vez secretario general de la Junta Interna del Castro Rendón, impuso su política macartista contra la unidad. El gobernador Sobisch acaba de anunciar que el ’95 y ’96 serán los años en que se irán 4.000 estatales (el viejo programa anunciado en 1991 por el hoy “anti-sobischista” Luis Sapag).

Ni la Verde ni la Morada-Verde tienen una estrategia ni confían en los métodos de lucha que los trabajadores necesitamos para vencer en esta anunciada “tercera vuelta” neuquina. Son necesarios el programa y los métodos de la Naranja y Blanca.