Sindicales

5/1/1993|380

En la 79: Victoria en toda la linea

El triunfo de los compañeros de la 79, al lograr reincorporar a los 150 despedidos, hizo retroceder a una patronal que viene buscando por todos los medios quebrar la organización gremial de la línea. Primero absorbió el plus por presentismo, aprovechando el acta firmada por UTA; despidió compañeros cuando el personal resolvió trabajar cumpliendo las normas de tránsito; no le pagó el sueldo a los delegados (con argumentos falaces); y la última provocación fue despedir al 90% del turno tarde, por haber efectuado una acción de repudio masivo al atentado a balazos sufrido por un delegado (cuya procedencia el personal identifica con claridad).


Este fue el detonante para una lucha a fondo con una huelga general cumplida masivamente. No salió un solo coche a la calle.


 


El desarrollo de la huelga


La huelga general de la San Vicente fue apoyada por la salida de un boletín informativo para todos los choferes; por la presencia callejera de urnas para recaudar fondos para la olla popular que se instaló en la puerta de la terminal; por la sentada frente al portón de la empresa cuando ésta quiso sacar los coches; por las comisiones de convencimiento (piquetes) para que todos los compañeros comprendieran la justeza de la lucha; por la comisión de prensa que propagandizó el conflicto.


Fue todo un ejemplo para el movimiento obrero, que debe ser tomado en consideración cuando asistimos a conflictos sometidos a un desangre sin límite. La experiencia de la 79 contrasta con la impasse de Aerolíneas Argentinas (que también tiene “conciliación obligatoria”), cuyas direcciones siguen postergando la decisión de ir a la huelga, pese a tener los despedidos afuera.


 


El papel de la UTA y el gobierno


El rol que jugó UTA queda patentizado en un solo dato: apareció recién dos días depués del atentado que sufriera el delegado de la 79. Ni la vida de los choferes inmuta a esta burocracia.


Una vez iniciada la huelga, la UTA montó un operativo dirigido a quebrar el paro. La voz de orden del sindicato fue la de acatar la “conciliación obligatoria”, lo que, finalmente, lograron hacer prosperar. La medida de fuerza fue levantada 48 horas después de haberla lanzado sin la garantía de que los despedidos quedaran adentro. Al día siguiente la patronal impidió que los cesantados, concentrados mayoritariamente en el turno tarde, tomaran servicio.


Esta provocación abrió un cuadro de deliberación entre los huelguistas sobre si retomar o no las medidas de fuerza. Primó la posición del cuerpo gremial que era mantener un compás de espera en nombre de las negociaciones que se venían entablando con la patronal. También hubo ingerencia directa del Ministerio de Trabajo provincial y hasta de la Secretaría de Gobierno de la Gobernación. Luego de 24 horas de cabildeos, la patronal se avino a la reincorporación, como corolario de las tratativas mencionadas.


 


¿A qué atribuir el triunfo?


Es imperioso el balance del conflicto para el porvenir de la lucha que tenemos por delante. En este punto, hay un debate instalado en la línea que es necesario desenvolver. Exite una corriente de confianza política en sectores del activismo y en particular en el cuerpo gremial, sobre el arbitraje estatal, reforzada por el desenlace de la huelga. En función de ello, se reivindica como un acierto la decisión de levantar las medidas de fuerza. No se advierte que lo que precipitó el arbitraje fue precisamente la materialización del paro, su alcance, contundencia y firmeza, el hecho de que llegaba a adquirir la estatura de un verdadero conflicto provincial. Fue la huelga, y no el paso siguiente de levantarla, la llave de la victoria. En realidad, esta última disposición puso en peligro el desenlace favorable, pero el gobierno le teme al clima explosivo existente en el gremio por el tema de la reabsorción, que sigue a flor de piel.


No se le deberá escapar a nadie que el gobierno viene pugnando a viento y marea por imponer, a cuenta del conjunto de la clase capitalista, la “flexibilización laboral”, que es el gran tema que están enfrentando los trabajadores de UTA y que está en la base del conflicto de la 79.


 


Las perspectivas que se abren


Lo que está en juego en la 79 es lo mismo que en todas las líneas. Las empresas están empeñadas en la “flexibilización laboral” (poder contratar a los choferes y así evitar pagar indemnizaciones, echando a los trabajadores en los períodos que les convenga) y también en rebajar el salario (utilizando para ello el acta que firmó UTA con FATAP-CEAP).


La victoria de la San Vicente revela que están dadas las condiciones y la oportunidad para encarar una lucha con perspectivas. Lo que la detiene es la política conciente de freno de la burocracia de la UTA.


Está a la orden del día el problema del salario y de la fuente de trabajo. Organicemos un movimiento en común de las líneas por todos los reclamos. Coordinemos entre las líneas que ya vienen luchando por estos reclamos mientras impulsamos el llamado a un plenario de delegados de zona sur para organizar una lucha de conjunto.