Sindicales

1/12/2016|1439

En las puertas de una rebelión

Jorge Lanata, en un artículo que destilaba veneno contra los docentes, alumnos y padres que habían enfrentado el operativo evaluador del ministro de Educación, Esteban Bullrich, intentó ridiculizarlos porque “sostenían que el motivo oculto de la encuesta era privatizar la educación” o, más aún, realizar un ranking “de escuelas de peor rendimiento para quitarles su presupuesto” (Clarín, 22/10).


 


Al “campeón de las primicias" se le escapó la tortuga: parece no haberse enterado de que en la Ciudad de Buenos Aires, con Bullrich al frente del Ministerio de Educación, se implementó el "Boletín Tu Escuela", por el cual los directivos son obligados a ofrecer datos sociodemográficos de la institución, como las características de la población que envía sus hijos a esa escuela, tasa de desempleo, nivel de pobreza e indicadores educativos, como promedio de repetición, escolarización y sobreedad, que orienta a que los padres saquen a los niños de una escuela y los envíen a otra.


 


Lanata tampoco se ha enterado de las declaraciones ministeriales según las cuales "si la escuela mejora un 10% con respecto del año anterior, podemos darle una nueva biblioteca. Si mejora un 20%, los chicos del séptimo grado podrían viajar a Bariloche”. O que el “sistema educativo no sirve para nada, porque está destinado para hacer chorizos”. Y ni siquiera tomó nota del sincericidio de la gobernadora Vidal, quien sostuvo: “No nos importa si las estadísticas dan mal. Por eso hicimos la evaluación… sabemos que nos van a dar mal”.


 


Ahora, el ministro macrista ratificó que la comunidad educativa que lo enfrentó tiene razón. En la 22º conferencia de la UIA, Bullrich les dijo a los capitalistas allí presentes: "No me paro acá como ministro de Educación, me paro como gerente de Recursos Humanos, para ustedes”. Y como tal prometió “articular más el mundo empresarial y el sistema educativo. Estamos trabajando para mejorar el esquema de prácticas profesionalizantes para los estudiantes secundarios".


 


No habrá “contrarrevolución” escolar sin rebelión educativa


 


Apenas concluido el “operativo”, la campaña de estigmatización de la escuela pública y de los docentes se radicalizó, haciéndolos responsables no sólo de la degradación educativa sino incluso hasta de la mismísima pobreza. Serían también los responsables de los casi un millón y medio de jóvenes que ni estudian ni trabajan, los famosos “ni-ni”.


 


Sin embargo, la mayor parte de los que dejaron la escuela ingresaron en el mercado laboral, obligados por la necesidad de ayudar económicamente en sus hogares. Ahí están los alumnos que perdió la escuela pública, no a manos de la escuela privada sino de los capitalistas. Así lo dejó en claro un pejotista de simpatías macristas, Alieto Guadagni. Basado en datos del Indec 2015, señaló que, de los jóvenes que no terminaron sus estudios, hay un 46% que está trabajando y un 14% que busca trabajo (ídem, 5/11).


 


El kirchnerismo, primero, y ahora Macri, pretenden darle a esto “un remedio adulterado”: una secundaria en la cual “uno de cada tres se recibe con un título exprés”, alguna de las variantes del Plan Fines, cursando sólo “dos veces por semana, y donde los docentes no siempre son profesores” (ídem, 7/4).


 


La "revolución educativa" de Macri es transformar a la escuela en centros de formación laboral, de currícula devaluada y docentes -cuando lo son- precarizados.


 


En la Ciudad de Buenos Aires acaban de resolver por decreto el salario por mérito, atado a la realización de perfeccionamientos que se dan en el mercado privado de los cursos de formación. Vidal ha señalado que los empleados públicos cobrarán por productividad. Se trata de la anulación del Estatuto del Docente, la eliminación de la estabilidad laboral y la instauración de las paritarias atadas a la productividad -es decir, la eliminación de los convenios laborales que anunció el ministro de Trabajo, Jorge Triaca.


 


La burocracia sindical docente de Ctera no ha dicho ni hecho nada ante este ataque.


 


La “contrarrevolución” educativa macrista es un ajuste sin precedentes en la educación y provocará, como ya ocurre en Brasil, una enorme rebelión educativa.


 


El éxito de dicha rebelión dependerá de la más amplia independencia de los docentes, estudiantes y padres de las direcciones sindicales y estudiantiles K, garantes de la actual gobernabilidad macrista.