Sindicales

8/12/1993|408

Enfrentemos la campaña de las patronales para reducir los salarios

La patronal de Aluar acaba de exigir a sus 1.000 trabajadores que acepten una reducción del 25% de sus salarios nominales. Para el 90% de los trabajadores de Aluar —que hoy ganan alrededor de $ 900— los salarios se “encogerían” a $ 675, es decir, la condena a una miseria absoluta frente a los elevados niveles de precios patagónicos. El “ahorro” consiguiente de diez millones de dólares anuales iría a parar, enteramente, al bolsillo de la patronal. Los trabajadores han rechazado la “propuesta” y realizaron una concurrida manifestación con sus familias por las calles de Madryn.


Aluar aduce que le es imposible mantener el actual nivel de sueldos ante la caída del precio internacional del aluminio. Pero distintos medios han interpretado la exigencia de la patronal de Aluar como una “presión” —que contaría con el “guiño” de Cavallo— sobre el gobierno de Chubut para que se sume al llamado “pacto federal” firmado entre el gobierno nacional y las provincias que establece la supresión de innumerables impuestos pagados por los grandes capitalistas (que serán “compensados” por impuestos al consumo popular). Si Chubut se sumara al “pacto federal”, la patronal de Aluar se vería beneficiada con una reducción de la carga impositiva de 6,7 millones de dólares anuales (supresión del impuesto a los activos, a la energía, y reducción del 60% de las cargas sociales). Pero la patronal de Aluar ha sido explícita: reclama, al mismo tiempo y todo junto, la reducción de los salarios y la supresión de los impuestos … nada menos que 16,7 millones de dólares por año que saldrían, por entero, de los bolsillos populares.


Es elemental que frente a esta exigencia los trabajadores reclamen la apertura de los libros y la verificación de los estados contables de la empresa … pero no sólo los de los últimos meses (cuando se derrumbó el precio del aluminio) sino los de todos estos últimos años, en los cuales Aluar gozó de un precio internacional récord. ¡Que la patronal eche mano a esos superbeneficios acumulados para pagar los salarios! Por de pronto, el balance al 30 de setiembre que la propia Aluar acaba de presentar en la Bolsa dista mucho de la “noche negra” que pinta para reclamar la reducción de los salarios y los impuestos: pese a la caída de los precios internacionales su facturación es mayor que en el ´92 (por el crecimiento del consumo interno) y si bien continúa arrojando pérdidas, éstas han pasado de cinco millones en 1992  a apenas 825.000 dólares en este año. Es precisamente por esto que el comentarista bursátil de Ambito Financiero  (1/12) titula su informe “Aluar: cerca de conseguir resultado positivo”. El reclamo perentorio de Aluar a sus trabajadores y al gobierno de Chubut —que no se compadece con los resultados del balance presentado en la Bolsa—hacen pensar que la patronal esté buscando “hacer caja” con la reducción de salarios y de impuestos para presentarse a la privatización de la represa de Futaleufú, cuya energía alimenta la planta .


La burguesía ha tomado el de Aluar como “un caso testigo”: si la reducción salarial pasa, pronto la seguirían otras industrias —petroquímica, textiles, papel y ciertas ramas metalmecánicas—  (Ambito Financiero, 1/12) en lo que La Nación  (1/12) calificó como una “flexibilización de hecho”. Los “instrumentos legales” para esta masacre del salario ya existen y ha sido la burocracia quien se los ha proporcionado a las patronales al aceptar la liquidación del convenio único por rama y los acuerdos salariales por empresa. Sin tanto ruido, ya son muchas las empresas que han procedido a reducir el salario de sus trabajadores mediante la suspensión del premio al presentismo o a la productividad, la reducción de los beneficios sociales, la reducción de los “tickets” por almuerzo o merienda o el no pago de las horas extras (Ambito Financiero, 1/12), … todo esto sin que la burocracia sindical dijera una palabra.


También para el movimiento obrero Aluar es un “caso testigo”. Es necesaria una lucha a fondo de todo el movimiento obrero  para liquidar de raíz la pretensión patronal de reducir los salarios y quebrar la “flexibilización”.  Mientras tanto, ni la UOM ni la CGT han dicho “esta boca es mía”.