Sindicales

2/1/2018

Estatales: el 4, todos al paro contra los despidos

Impulsemos asambleas en todos los edificios y oficinas. Por un verdadero plan de lucha nacional.

Luego de las enormes jornadas de lucha del movimiento obrero en rechazo a la reforma previsional, el gobierno nacional y los gobiernos provinciales "recalcularon" la hoja de ruta en torno al plan de despidos: a los planes originales de las llamadas “dotaciones óptimas”, que contemplaban una masacre de despidos –en torno a los 30.000 sólo en la Administración Pública Nacional–, el gobierno de Macri ha concretado  600 diseminados en una gran cantidad de dependencias: Enacom; Fabricaciones Militares; los ministerios de Defensa, de Energía, de Cultura y de Ambiente; la Anses; el Incaa y el Senasa. A ello hay que sumarle despidos o amenazas en sectores dependientes del Estado, donde actúan sindicatos como SAT-SAID (por los despidos en Televisión Digital Abierta), Atrana (Radio Nacional) y Sipreba (Canal 7, Télam).


Para preparar el terreno para despedir de forma “óptima”, el gobierno volvió a recurrir a los medios de comunicación que actúan como sus voceros para anunciar una falsa alta tasa de ausentismo o para dar cuenta de la porción del presupuesto que se destina en salarios estatales (La Nación, 24/12/17)


Si este plan avanzó de forma “gradual” solo se explica por la inmensa inquietud popular que generó el tratamiento y aprobación de la reforma previsional, y por la predisposición del movimiento obrero –y dentro de este, de los estatales– para rechazarla. Ante la típica excusa de la burocracia sindical de que no se puede luchar “porque la gente no da”, se la desautorizó mediante una inmensa columna de estatales que se movilizaron pese a que ni ATE Nacional ni ATE Capital desenvolvieron en los lugares de trabajo acción alguna para que esta se masifique.


Esta movilización tuvo sus réplicas en los tratamientos de leyes provinciales: desde la liquidación del IPS y la caja previsional de los trabajadores del Bapro en la provincia de Buenos Aires, a la aprobación del pacto fiscal en la Santa Cruz gobernada por Alicia Kirchner, grandes columnas de trabajadores, nutridas especialmente por estatales provinciales y municipales, coparon las inmediaciones de las legislaturas y fueron reprimidas por gases y balas de gomas. Para ajustar y reprimir, no hay grieta que valga.


A pesar de esta predisposición a luchar, las distintas fracciones de la burocracia sindical, han profundizado sus índices históricos de entrega: UPCN, en consonancia con el triunvirato de la CGT, lanzó el 18 (día en que se aprobó el saqueo a los jubilados) un paro tardío, sin preparación y sin atisbo de que se convierta en una movilización al Congreso –más bien todo lo contrario. En los sectores, apenas difundió la existencia de ese paro. No ha hecho mención alguna a los despidos. No extraña, entonces, que Marcos Peña haya afirmado que “consensuó” la reforma laboral con la CGT para ser tratada en febrero.


Por el lado de ATE, han habido episodios que establecieron peligrosos antecedentes: el acta de “paz social” y entrega de los despedidos en el Ministerio de Energía, firmada por ATE Capital, o la reciente publicación de su secretario general, Daniel Catalano, sobre los despidos en Ambiente, donde no reclama por reincorporaciones, sino meramente que los despidos no sean anunciados a través de la policía.


Por su parte, ATE Nacional ha tenido que tomar cierta iniciativa, luego de que las columnas de ATE Capital el día 18 decuplicaron las de los Verdes de “Cachorro” Godoy. Tímidamente se desvincularon del acta de la entrega de ATE Capital bajando la nota de su web dónde afirmaban que Aranguren había dado “marcha atrás” con los despidos. Luego, el propio “Cachorro” sostuvo que la paz social no tenía validez, cuando lo que hubiese correspondido era un rechazo en regla.


En un plenario metropolitano improvisado y sin preparación, anunciaron un “plan de lucha” que consiste en un paro nacional para el día 4 de enero y un nuevo plenario para el 10. Desde Tribuna Estatal objetamos la idea de que una sucesión de paros aislados constituya un plan de lucha. Opusimos a este planteo la propuesta de sistematizar la deliberación en todos los sectores de trabajo con asambleas periódicas sin distinción de afiliación, la necesidad de plenarios regulares, el llamado a una asamblea de afiliados del sindicato y la preparación de medidas progresivas en miras de la huelga general contra los despidos.


Estos posicionamientos políticos de la burocracia contrastan con aquellos en donde el clasismo tiene un desarrollo. Por ejemplo en Educación La Plata, la Junta Interna promovió en una masiva asamblea la ocupación ante la amenaza de más de 100 despidos. La medida fue largamente preparada mediante asambleas permanentes, quite de colaboración, paro activo, movilizaciones y cortes de calle, y retoma la experiencia de la histórica toma del 2012. La permanencia es refrendada de forma cotidiana a través de las asambleas de trabajadores.


O también en el Inti, donde no sólo los trabajadores rechazaron en asamblea el acta de ATE Capital, sino que han respondido de forma inmediata a los primeros seis despidos del Instituto con asambleas, cese de actividades y movilización. La Naranja y sus delegados han sido un factor clave, contrastando con el inmovilismo y las vacilaciones de la Verde, que dirige allí la Junta Interna.


Desde Tribuna Estatal llamamos a todos los trabajadores del Estado a sacar las conclusiones de estos procesos.


Llamamos a la más amplia deliberación en los lugares de trabajo, desenvolviendo asambleas sin distinción de afiliación, que se pronuncien por la constitución de un verdadero plan de lucha que incluya la progresividad de las medidas y la ocupación de los edificios públicos, a partir del llamado periódico de plenarios y finalmente una asamblea general de afiliados. Impulsaremos esta tarea para darle al paro del 4 un carácter activo.