El último Congreso de Delegados de la UOM Córdoba, realizado el miércoles 2 de noviembre pasado, fue convocado para elegir a los congresales nacionales y establecer su mandato. Abiertas las sesiones (con más de 400 delegados), un delegado planteó “el retiro de la UOM nacional de la CGT, el pedido de renuncia a todo el Secretariado de la UOM nacional por su traición al plan de lucha y el repudio al acuerdo de la rama automotriz”. La intervención del compañero fue recibida con aplausos y ovaciones.

Rápidamente, otro delegado planteó una modificación a la moción presentada: que “se exija la expulsión de la UOM de todo el Secretariado nacional”. Nuevamente los aplausos y ovaciones.

A partir de allí, la burocracia, que creía tener el trámite del congreso resuelto, debió empezar a “trabajar” para no ir a una derrota; cada argumentación de la burocracia era rebatida por los delegados en un ping-pong. Visto que por este camino iba al fracaso, Salusso y Almada monopolizaron el micrófono y apelaron a la “prudencia”, concentrando el debate en el tema de la CGT, para terminar proponiendo que la UOM se retire de la conducción de la central menemista. Con esta moción conquistó los votos de la mitad de los delegados. La otra moción recibió 50 votos y el resto se abstuvo.

Conclusión: 1) el repudio a la burocracia  ha crecido y se expresa, constituyendo parte del debate cotidiano de los trabajadores metalúrgicos; 2) la situación en fábricas y talleres, donde la presión patronal (a través de los ritmos de trabajo y despidos) se ha incrementado después del fracaso del plan de lucha, es explosiva. Todo esto plantea que están maduras las condiciones para poner en pie una agrupación que luche por una nueva dirección en el gremio y la organización de la lucha de los trabajadores contra el ataque patronal.