Sindicales

22/4/2010|1125

Fábricas recuperadas y gestiones cooperativas

La crisis capitalista ha puesto al rojo vivo la precariedad económica que enfrentan las fábricas recuperadas y, por sobre todo, las condiciones salariales y de trabajo en que se encuentran los compañeros que se desempeñan en ellas.

El diario Ámbito, en una extensa nota, traza, en cambio, un panorama de pujanza de las empresas recuperadas, aunque señala que han recibido una ayuda oficial “a la que, obviamente, no tienen acceso las pymes” (Ámbito, 9/4). El periodista recoge también datos del Movimiento Nacional de Fábricas Recuperadas, dirigido por Luis Caro, de que “el sueldo promedio en las cooperativas es de entre 3.000 y 5.000 pesos”.

Esto, sin embargo, lo contradice, el artículo adjunto que acompaña a la nota principal. Los compañeros de Brukman están sacando mensualmente un promedio de 1.600 pesos, a lo cual se agrega el Repro. Los subsidios, con suerte, representan un 10 por ciento del monto de inversiones que necesitarían para lograr un despegue de la fábrica, que se descapitaliza por la obsolescencia de las máquinas y la ausencia de un mantenimiento a la altura de las necesidades. La cooperativa ha quedado reducida a la condición de tercerizada de diferentes distribuidores o fabricantes, que sacan la tajada del león en la comercialización de los productos. “Para achicar costos –relata Ambito– actualmente trabajan confeccionando con las telas que traen los clientes, cuando antes se encargaban también de la materia prima”.

Zanón está en crisis debido a la falta de financiamiento, el peso de las tarifas y la caída de las ventas. Según compañeros de la fábrica, la cooperativa está entregando el metro cuadrado de cerámicos a un 30 por ciento por debajo del “costo” que calcula la cooperativa. El resultado en el tiempo es una descapitalización enorme, el cierre de líneas y la acumulación de una importante deuda con los proveedores. La producción de Zanón está ahora en un 50/60 por ciento de los 300/330 mil metros cuadrados de hace un tiempo. Ha ido perdiendo terreno a manos de sus competidores. “La maquinaria obsoleta y el enfriamiento de la demanda en 2009 hicieron que la empresa hoy casi esté paralizada” (ídem). Los sueldos de Zanón van de 3.000 a 3.500 pesos según la antigüedad, apenas superiores a los de convenio, aunque han quedado rezagados con respecto a otras industrias. Cobran el Repro, pero la dirección del sindicato ceramista propuso meses atrás que los trabajadores lo cedieran para destinarlo a obras de mantenimiento. Aunque la iniciativa fue rechazada, nos da una medida del empantanamiento en que se encuentra el emprendimiento.

En el Hotel Bauen, los subsidios que ha recibido (500 mil pesos) son una gota en el océano. Ni hablar de las inversiones necesarias para encarar una modernización. Los salarios están por debajo de los salarios promedio del sector.

Ghelco, fábrica de helados de Barracas, contrasta con los otros tres casos mencionados. “Factura 900.000 pesos y tiene cerca de 50 socios que cobran 5000 pesos por mes” (ídem). Aún así, se trata de un sueldo que apenas arroja un 20 por ciento por encima de la canasta familiar. Si esta suma es el tope, ya tenemos una radiografía de las empresas recuperadas de ahí hacia abajo.

Otros datos

Pero para que la evaluación sea correcta, hay que considerar el salario indirecto. Una parte considerable está huérfana de cobertura médica y más aun de aportes jubilatorios. Para poder acceder a ambos beneficios hay que pagar un montributo social especial para cooperativas de trabajo. El monotributo da derecho al haber mínimo, es decir, a una jubilación de indigencia.

Lo expuesto se combina con la precariedad legal, pues no existen leyes de expropiación o vencidas o son transitorias. En la provincia de Buenos Aires, el Estado no puso el dinero en ninguna de las más de 50 empresas que tienen aprobada la expropiación transitoria. En Capital, sólo en cuatro de las 18. De concretarse la expropiación, las cooperativas deberían destinar parte de sus recursos a “comprar” la fábrica. Esta carga explica que muchas cooperativas no presionen para reclamar que las leyes votadas se efectivicen.

Conclusiones y perspectivas

La autogestión no puede escapar a las leyes del capitalismo y, por lo tanto, a la explotación capitalista. El mercado capitalista ejerce un poderoso disciplinamiento para desarrollar la autoexplotación: la plusvalía se extrae en la cooperativa y se transfiere a proveedores y clientes. El despotismo que antes ejercía en forma directa la patronal, ahora lo ejerce el mercado: por un lado, vehiculizan la presión económica del capital que domina la industria correspondiente y, por el otro, el Estado favorece a los capitalistas con los recursos fiscales y combate las reivindicaciones de los trabajadores.

El futuro de los trabajadores de la “empresa sin patrones” depende de una lucha anti-capitalista de conjunto por la expropiación sin pago de las empresas vaciadas y también por la nacionalización de los bancos, bajo control obrero, como una transición hacia una planificación industrial dirigida por los trabajadores.

Sólo a partir de la crítica a la autogestión podremos continuar la lucha para arrancar la expropiación definitiva de las fábricas en manos de sus trabajadores y consolidar la gestión obrera.

Planteamos mínimo:

• Expropiación definitiva y sin pago a los capitalistas.

• Salario no inferior al convenio de la industria, garantizado por el Estado a través de un fondo compensador.

• Acceso a la jubilación y a la obra social en iguales condiciones que los trabajadores de su ramo.

• Que el Estado se haga cargo del equivalente a las contribuciones.

• Reconocimiento como afiliado en las organizaciones gremiales en que esté encuadrada su actividad.