Sindicales

26/4/1994|417

Ford: La reforma laboral de Rodríguez y “SuperLópez”

En Autolatina la bronca crece y con razón. En un cuadro de “apriete”, la patronal ha venido ajustando las clavijas hasta colocar los ritmos de producción a niveles insostenibles.


Siguiendo los consejos de “SuperLópez”, el ejecutivo de la multinacional que mejor encarna la política de “ajuste” de la productividad, a los ya altísimos ritmos de trabajo, se los ha incrementado desde el pasado mes de noviembre en un 50 por ciento y los capitalistas pretenden aumentarlos en otro 10 por ciento más.


Así, en el lapso de seis meses, en la línea de producción de automóviles, se pasó de 120 a 185 unidades diarias, a pesar de lo cual, el objetivo de la patronal es de 200 unidades por día.


Esta superganancia patronal se amasa sobre la aniquilación física de los trabajadores, como lo reflejan las enfermedades y las renuncias de los obreros de Autolatina. La reforma laboral negrera tiene plena vigencia en la multinacional automotriz.


La “productividad” de Ford se sustenta, además, en el trabajo por contrato. Aproximadamente un 25 por ciento de los trabajadores de planta están en esa condición y, por lo tanto, a merced de todas las exigencias de SuperLópez y Cía.


La patronal busca, sin embargo, llevar al personal en esas condiciones, a un número mayor aún. La reducción de personal y su pasaje, eventualmente, al régimen de contrato, será mayor cuando se “privatice” al personal de mantenimiento, de sub-armado (asientos, tren delantero, suspensión) y, probablemente, estampado, tal cual informó el propio José Rodríguez en las asambleas de planta que se realizaron a comienzos de abril, para discutir, esencialmente, la “inauguración” de una AFJP del Smata.


La burocracia de José Rodríguez, sin embargo, no se inmutó; con absoluta cara de piedra y sin movérsele un pelo, el burócrata explicó a los trabajadores en la asamblea de planta que, ante el 60 por ciento de aumento de la productividad, ellos, en “defensa” de la “familia mecánica”, le habían planteado a la patronal un “aumento” del 15 por ciento (!), pero que sólo se había podido obtener un incremento del 3 por ciento hasta marzo y otro similar de abril a julio. Saque el lector sus cuentas.


La pasividad absoluta de la burocracia frente al atropello capitalista desnuda claramente su papel de cómplice y, mientras Rodríguez ensaya algún firulete presentando críticas a la reforma laboral, los delegados de planta actúan directamente como voceros de la patronal: pasan por las líneas de producción avisando de los aumentos en los ritmos de producción.


Es decir, estamos en presencia de la reforma laboral de Rodríguez-SuperLópez. Rodríguez lo confirmó, además de los hechos, con sus dichos: en la asamblea, el burócrata señaló que él era partidario de una reforma laboral, aunque con algunos “retoques”. No sólo eso, planteó una actitud divisionista: en España, explicó, la reforma laboral de Caro Figueroa implicó que los operarios “apedrearan” a los trabajadores jóvenes que, en condiciones de contrato, amenazaban su fuente de trabajo. En este sentido, uno de los “retoques” de Rodríguez es “rechazar” la reforma para los “viejos” y aceptarla para los “nuevos”.


La burocracia sindical, que dice enfrentar la reforma laboral, hace mucho que la sostiene en las fábricas y establecimientos. José Rodríguez hace mucho que no “bajaba” a Ford: lo hizo para ratificar que no pensaba hacer nada frente a la ofensiva patronal y para presentar su negocio de la jubilación privada.