Sindicales

11/12/2008|1067

Fraude en la Pintura

Por la autoconvocatoria del Cuerpo de Delegados

Se ha consumado un fraude descomunal en las elecciones del 27 de noviembre en el gremio de la pintura. El oficialismo impidió la actuación del 65% de los 145 fiscales de la oposición. Sobre esta base, la Junta Electoral de Zambelletti “cantó” ganador al viejo burócrata por 1.371 votos de su Lista Blanca contra 708 de la Azul. Pero estas cifras no arriman siquiera a la realidad.

La tendencia electoral de los obreros de la pintura era sacarse de encima a Zambelletti, que controla el gremio desde hace 35 años. En esta ocasión se presentó por primera vez una oposición, la lista Azul, surgida de una escisión de la Blanca oficialista e integrada por los cuerpos de delegados de las principales fábricas del gremio, que se ligó al moyanismo.

Se pudieron fiscalizar sólo 53 de las 179 urnas. En ellas, la victoria opositora fue tan abrumadora que es evidente el fraude. En Axo Novel, ex Miluz, la Blanca perdió 40 a 0; en Alba 121 a 21; en Sinteplast (Ezeiza) 78 a 6; en La Basf 93 a 1; en Tersuave (fábrica que consiguió un fuerte aumento salarial gracias a un paro) 80 a 1; en Mundi 30 a 0; y hasta en fábricas chicas fiscalizadas como Best Pain 38 a 0 y Steelcote 10 a 4; en Colorín Buenos Aires (la empresa de Zambelletti) 20 a 7.

Con semejantes resultados, el robo es evidente. Una burocracia que acompañó la ofensiva menemista, entregó la antigüedad, firmó las paritarias un año después de su vencimiento, no defiende a los delegados ante las patronales, está de espaldas a grandes luchas como la de Tersuave, persigue a los delegados opositores, ha vaciado por completo el funcionamiento del Cuerpo de Delegados y, además, administra el deterioro de la obra social. Y como lo recordaron los más antiguos, fue la entregadora a la Triple A de los luchadores del ’70: Jorge Fisher y Miguel Buffano.

No hubo una adecuada lucha contra el fraude. La dirección política de la lista Azul pretendió ganar la elección con sus “influencias” en el gobierno, mediante el padrinazgo moyanista y los recursos económicos que esos contactos acercaron. “Esta elección la ganamos en Leandro Alem”, se les oyó decir. Lo cierto es que el apoyo moyanista vino a cuentagotas, tal vez porque Zambelletti también es moyanista, también es de las 62 y gran militante de la reivindicación a Rucci. El ministerio mira para otro lado.

Tampoco se buscó movilizar al activismo. En Alba, numerosos compañeros se quedaron durante más de 12 horas para ver el resultado, dispuestos a movilizarse contra el fraude, algo que jamás se convocó.

La tendencia a votar a la Lista Azul no fue el resultado de una campaña, con un programa claro y concreto de reivindicaciones: fue un voto anti-Zambelletti. El extraordinario proceso político de repudio a la burocracia sindical fue transformado por la dirección Azul en una interna del moyanismo.

Los activistas de varias fábricas que forman parte del movimiento antiburocrático contra Zambelletti, pero que no integraron la lista Azul por su falta de programa para luchar contra las patronales, por su falta de compromiso con el funcionamiento del Cuerpo de Delegados y por sus compromisos con la patota moyanista y el gobierno kirchnerista, se han dado a la tarea de organizar una agrupación que lleve adelante todas las reivindicaciones del gremio.

La primera de esas reivindicaciones es derrotar el fraude, mediante una movilización por nuevas elecciones. En segundo lugar, el adicional por doble aguinaldo y una política contra todo despido o suspensión que tarde o temprano llegarán a la pintura como a todos los gremios. Para ello proponen una autoconvocatoria del Cuerpo de Delegados del gremio que tome en sus manos estas tareas, ante una dirección que carece de toda legitimidad.