A fines de agosto se realizarán elecciones en el sindicato telefónico de Buenos Aires, la mayor de las seccionales.

Al cierre de esta edición se habían presentado dos listas: la oficialista-menemista (Marrón), del recientemente fallecido Guillán, y un amplio frente opositor (Azul y Blanca), que va desde la izquierda hasta sectores de la CTA, el MTA y escisiones del propio guillanismo. La Naranja (telefónicos del PO y trabajadores combativos y antiburocráticos) integra este frente.

Este amplio frente antiguillanista fue alentado desde las bases, por la necesidad de derrotar al agente directo de los monopolios y del menemismo; al que entregó a las patronales listas de opositores y trabajadores para que los echen (en forma abierta o encubierta); al que entregó diversas reivindicaciones y conquistas de los convenios colectivos (prolongación de la jornada laboral, polifunción, etc.).

También está la necesidad de enfrentar los planes de ‘tercerización’ que la Federación nacional acaba de aceptar, y que ‘desvinculan’ a 4.500 trabajadores de cada empresa hasta el año 2000. Que “no toquen a nadie”, es una de las banderas del frente.

La Naranja interviene en este frente con su programa de “reducción de la jornada laboral. No a la tercerización. No a los micro-emprendimientos. Derogación del preacuerdo y todas las actas de flexibilidad laboral, por la defensa del convenio único, por un salario inicial de 1.000 pesos”. Rechaza al “sindicato-patrón”, y contra la “propiedad participada” plantea que los trabajadores tengan “libre disponibilidad sobre sus acciones”.