Sindicales

6/6/1996|497

Fuera el convenio Suchard, inmediata paritaria

La burocracia del sindicato de la alimentación ha producido un hecho que ha conmocionado al activismo del gremio: firmó su propio convenio Fiat-Smata.


En la fábrica Suchard pactó un convenio por empresa, lo que de por sí es un golpe importante, agravado por el hecho de que en Alimentación no existe el régimen de convenio por fábrica.


El convenio Suchard instaura la jornada “mensual” de 200 horas, lo cual autoriza a la patronal a determinar a su antojo la jornada “diaria”.


En otro tramo, permite los cambios de turno al arbitrio de la patronal con un lapso mínimo de aviso.


Para completar la obra, fracciona las vacaciones y viola la ley y el convenio, esto porque habilita el año entero. No faltan cláusulas de polivalencia, según el testimonio de los activistas del gremio, aunque el texto del convenio no ha sido publicado por la directiva.


Podría pensarse que se trata de la aplicación sólo de una parte del convenio Fiat-Smata: la de la flexibilidad laboral. Pero ocurre que los salarios de las plantas de la alimentación ya se encuentran en el piso mínimo. Por ejemplo, en Nabisco (ex Terrabussi), la hora del operario general, abrumadora mayoría del plantel, es de 1,40 peso. Es el único salario efectivo, el resto es eventual: dos premios al presentismo —uno semanal, otro mensual—, uno por puntualidad y otro por producción —según la máquina y la sección. Todo lo cual, en el excepcional caso de ganarlos„ todos, apenas supera los 400 pesos mensuales. ¡Otra que Fiat-Smata!


El convenio Suchard es, en este cuadro, un golpe impresionante a los trabajadores de la alimentación. Sin embargo, la política de la burocracia tiene un alcance aún peor. Ocurre que en diciembre venció el convenio general trianual de la actividad, ante lo cual la burocracia de Daher ha admitido la sustitución de hecho del convenio general por convenios por empresa. El burócrata menemista demuestra que no en vano “picó en punta”, entregando la obra social de la alimentación y su enorme padrón de afiliados por el 6% del paquete accionario de una sociedad con Cruz Blanca e Inca SA, dos pulpos multinacionales del negocio de la salud, los seguros y la jubilación privada.


No resulta casual, entonces, que Menem llevara a Daher como embajador sindical de los privatizadores en su última gira por el exterior.


Semejante ofensiva no pasó desapercibida al cuerpo sindical del gremio. Un movimiento por la formación de una lista opositora en el orden nacional, con base en Bagley y Terrabussi, fue abortado por la burocracia, anticipando en un año las elecciones generales y publicando el plazo de presentación de listas una semana antes en el diario La Razón (que nadie lee).


La maniobra cobra todo su sentido con el convenio Suchard y la privatización de la obra social. Necesitan mandato renovado y sin oposición para completar el grueso del trabajo sucio. Preparan el despido de médicos y cierres de servicios —algo de lo que ya se habla—, el arancelamiento —algo que no se niega en la campaña electoral—y la extensión al gremio del convenio Suchard.


En Aguila Saint, los trabajadores, con su Comisión Interna a la cabeza, realizaron un petitorio masivo al sindicato y a la empresa de un incremento salarial, como adelanto del aumento de convenio cuya discusión reclaman.


Aguila marca el camino. Bagley y Terrabussi no pueden quedar esperando la próxima elección. La expulsión de la burocracia es indisoluble de la lucha contra el convenio Fiat-Smata en la Alimentación.


Fuera el convenio Suchard. Inmediata denuncia del convenio. Elección de paritarios en asamblea general. Aumento del 50%, incorporación de todos los premios al básico y discusión del convenio único de la industria de la Alimentación. Sobre este programa, impulsemos asambleas por planta que exijan inmediato congreso de delegados.