Sindicales

20/7/2000|674

Ganaron los marítimos

Luego de 100 días de paro, en asamblea multitudinaria, los marineros votaron por unanimidad salir a navegar.


En la consideración general de los obreros marítimos pesó la obtención de un aumento salarial del básico y del garantizado (de 338 a 468 pesos), al margen del precio que cobran por kilo (que no se modificó). De este modo se reduce la proporción a destajo del conformado salarial.


El franco ha sido llevado de 12 a 30 pesos. Esta fue la conquista más importante de la huelga, ya que debido a la modalidad convencional los marineros gozan de 9 francos mensuales, que generalmente se acumulan como salarios compensatorios.


En la práctica esto permitirá (luego de muchos años) que cada tres meses puedan desembarcar durante 27 días percibiendo 702 pesos de bolsillo. Esto no sólo cumple un papel dignificante, sino que dará lugar a que otros compañeros se incorporen a las tripulaciones. Es decir que se ha impuesto una suerte de reducción de la jornada laboral y la instauración de otro turno.


“El conflicto más largo y violento”


Este es el título con que el diario La Capital (19/7) reseñó las alternativas de una de las convulsiones sociales más agudas protagonizadas por el movimiento obrero marítimo. El artículo destaca como hitos de esta lucha la multitudinaria movilización a Capital Federal, que se transformó en la asamblea que comenzó a resolver la huelga obrera; la jornada del paro activo y la ocupación y desalojo de la burocracia del Sindicato Obrero del Pescado; para luego sentenciar: “Los barcos regresan al mar sin que la mayoría de los conflictos entre empresarios y gremios fueran resueltos”.


En el propio ámbito del Somu, el blanqueo de un sector de los obreros pertenencientes al 10% de la flota (la costera o ‘amarilla’) ha quedado pendiente. La cámara empresarial había firmado un convenio salarial en el ámbito nacional que rebaja los salarios un 30%. La asamblea del Somu local repudió esta entregada votando la continuidad de la huelga, que abarcó estos últimos veinte días.


Por esto se produjo la intervención del sindicato local por el Somu central (que sigue vigente). Lejos de ser en una ‘interna sindical’, esto fue una tentativa de aplastamiento físico de la huelga por el Estado. Lo cual evidenció mediante el copamiento de la zona portuaria por efectivos de Infantería, la constante detención de activistas (liberados por movilizaciones) y el envío de una patota armada de 250 barrabravas de Chacarita. Esto tenía como objetivo no sólo garantizar la posesión del local sindical por la burocracia sindical, sino hacer cumplir el convenio ‘a la baja’; es decir, romper la huelga a sangre y fuego. Sólo un multitudinario piquete de seguridad que rodeó la sede del Somu durante una semana disipó esta alternativa y provocó que el Ministerio de Trabajo provincial dictara una medida de no innovar para descomprimir la situación.


Los maquinistas y capitanes lograron aumentar las dotaciones por buque, un leve aumento en los francos y saldrán a navegar como producto del acatamiento a una conciliación obligatoria. Esta fue rechazada en asamblea, con el mandato expreso de retomar la huelga si no prosperan las demandas de aumento salarial.


Conclusiones de una huelga histórica


A pesar del autoaislamiento de la dirección del Somu, que no reclamó el paro regional (coreado masivamente en las asambleas) y se negó a darle un carácter activo a la huelga, colocando al conflicto por momentos al borde del desastre y la derrota, se ha logrado ya un triunfo.


Este triunfo parcial, pero muy significativo a la luz de la falta de condiciones de su dirección, abre un cuadro de iniciativa de la clase obrera portuaria.


Los obreros de la industria del pescado no salieron de este tramo de la lucha con las manos vacías. Mucho más importante que la distribución de un bono alimentario otorgado por la provincia de 40 pesos para descomprimir, es el proceso de recuperación del Sindicato Obrero más importante de Mar del Plata.