Sindicales

18/4/2016|1407

Gráficos: lecciones de una gran batalla

La Naranja reclama nuevas elecciones


La burocracia, en un acta firmada solo por ellos y rechazada por las otras dos listas, informa: Verde 4506 (77%), Naranja 1016 (17,4%), Bordó 305 (5,2%). Pero hubo un fraude destinado a arrebatar la minoría al clasismo.


En este caso el fraude empezó con la constitución de una Junta Electoral “monocolor”, continuó con la habilitación de una lista, la Bordó-PTS, que no reunía las condiciones –que sí se exigieron a la Naranja y que fue una cuña contra el activismo combativo-, y culminó con el desquicio “organizado” de los horarios de votación, que obstaculizó parcialmente el gigantesco trabajo de los fiscales naranjas y hasta la emisión de credenciales truchas el propio día de votación agregando nombres a los padrones de las urnas del sindicato.


Más allá del fraude, el triunfo de la Verde por un porcentaje cercano al 75% (incluyendo el voto de jubilados, empleados de la obra social y del sindicato) traduce las dificultades de la base gráfica para encontrar un canal de resistencia a los miles despidos, los cierres de talleres y la ofensiva patronal contra las condiciones de trabajo.


El caso de la ex Ciccone, que hoy se encuentra “bajo la lupa” del macrismo, es ilustrativo. La opción de una política de lucha fue descartada en beneficio de la supuesta cobertura que puede ofrecer el sindicato. La Verde obtuvo allí una votación enorme pese a que los despidos están pasando sin oposición.


También hay que considerar el peso de la regimentación, que es brutal en los pequeños talleres, la obra social, y las cooperativas; estás últimas condicionadas por la miserable asistencia de la caja central. Aquí hay que incluir a algunos grandes talleres como AGM, donde la patronal tiene poder de veto sobre quien se afilia o deja de hacerlo. También el caso de Poligráfica, vaciada por Spolszky, a la que se asiste con mil pesos por trabajador sin mover un dedo por la expropiación.


Éste “universo” concentra el 40% del caudal electoral del ongarismo. La elección presenta 700 votos más que la anterior lo que expresa un prolijo trabajo de afiliación regimentada que amplió la base burocrática y disminuyó el porcentual relativo del clasismo que prácticamente mantuvo los votos 2012.


 


Otros factores


Otros factores que incidieron en el resultado, aunque en menor medida, fueron: 1) la reciente paritaria, que con un 25% por seis meses, “dibuja” la sensación de ser un buen acuerdo y así lo percibió una parte del gremio, y 2) la falsa polarización política – entre los K y el macrismo – que domina la opinión pública, eclipsando el papel de la izquierda.


Un taller que aportó un número importante de votos al triunfo oficialista fue Romi, donde la Naranja hizo una gran elección hace cuatro años. Las modestas mejoras que acompañaron la sindicalización luego de muchos años de abandono inclinaron su voto; pero es un voto cargado de expectativas que será defraudado muy rápido, como ocurrió en Tobacco, otro grande que participó por primera vez de la elección y donde La Naranja se alzó con casi el 40%.


 


Nuestra elección


Nuestra elección fue contundente en las empresas que dirigimos, Interpack I, Morvillo, IPESA; y plebiscitaria en AGR-Clarín con un aplastante 95 por ciento; ganamos además en Aluex, Papelera Orlando, Medoro y Pesout.


Obtuvimos altos porcentajes en Colograf (39,5%) Guedikian (44), Gráfica Pinter (43), Berkes (30), RCH (30), Russ (34,5), Saigra (37,7) Triñañes (30), Ajmechet (37), Aliki (30) y Perfil (32); y buenos resultados en las dos plantas de Clarín (19%) quebrando el control de una interna que actúa como agente directo de la oficina de personal, Zanniello (21), Muresco (24,5), Cedinsa (27,7), Utilof (23), Interpack II (24).


El voto naranja, que tuvo expresión en todas las ramas y zonas, cae a cero en las urnas donde nuestros fiscales no llegaron o donde no se respetaron los horarios; por caso IPC & L, que empezó a las cinco cuando la planilla de apertura indicaba a las ocho. Estos mismos horarios fueron modificados por la Junta Electoral apenas diez horas antes.


El escrutinio en la sede de las urnas cuestionadas, arrojó todo tipo de anomalías: sobres que nunca fueron abiertos (es decir que no hubo un conteo), padrones que no existían, agregados a los padrones, diferencia entre cantidad de votos y votantes, etc. Sin esas cifras absolutamente dudosas, La Naranja alcanza el 20 por ciento y retiene la minoría; incluyendo las urnas impugnadas caemos al 18%.


 


Desafíos


La votación naranja ronda los valores históricos; con la confiscación de la minoría, que La Naranja mantiene desde hace treinta años, se pretende dar un golpe al clasismo en el gremio.


La agrupación ha dado un salto en su organización, sumando numerosos delegados, y en su capacidad de movilización; esto se pudo apreciar con claridad en la convocatoria por la paritaria, en la que superamos al aparato de la Verde, y luego en el extraordinario despliegue de fiscales (¡acreditamos más de 200!). Este proceso se vio en la movilización por paritarias frente a Trabajo, donde la Naranja movilizó 400 compañeros gráficos, más que la Verde que movió un aparato. Allí no existió la Bordó, como tampoco en la asamblea general del gremio, lo que marca su carácter de lista fantasma que debió integrar nuestra nómina contra la burocracia, y no embarcarse en la dañina aventura divisionista que no revertirá el retroceso de esa agrupación.


Además de la batalla contra el fraude – administrativa, judicial y gremial –por nuevas elecciones y el reconocimiento de los congresales de minoría, se nos plantea el inmediato desafío de transformar la gran elección en algunos talleres en la conquista de nuevas comisiones internas.


La promesa de la Verde de encabezar “la resistencia” se agotó en el discurso. La paritaria “corta” y su inmovilismo frente a los despidos masivos son los primeros capítulos de su adaptación al macrismo. El millar de votos a La Naranja significa un claro pronunciamiento contra el ajuste y en favor de una alternativa clasista y combativa en el gremio.  


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El papel de la Bordó-PTS


La más audaz iniciativa electoral de la Verde fue promover la presentación de la Bordó (que no reunía las mínimas condiciones, como la Junta reconoció por escrito).


De punta a punta, la Bordó actuó como una “colectora” de la burocracia. Su consigna fue “renovar… a la oposición” y hasta sacó un afiche para “denunciar” a Pitrola “por ser diputado”; un autoataque (es diputado del FIT) a un afiliado vitalicio por sus 36 años en el gremio y referente de las grandes huelgas y ocupaciones de los 80 y de 13 años de clasismo en Atlántida hasta la heroica ocupación de la fábrica, la única ocupación de los 90 hasta el período del argentinazo.


No participaron de la asamblea general del gremio donde la Naranja movilizó 300 compañeros, tampoco de la movilización de paritarias y la lista fue armada en la semana final, lo que desmiente su mentira “frentista”, jamás se propusieron frente alguno. Su papel fue consecuente hasta el final, avalando los resultados fraudulentos. La Bordó-PTS  no reclamó la apertura de una sola urna y defendió con la burocracia algunas de las cuestionadas.


Ese papel de provocación anticlasista (y conservador) fue evidente ante el vaciamiento de Donnelley y especialmente World Color, no reconociendo el papel revolucionario de las internas naranjas de offset al no realizar trabajos de esas plantas durante todo el vaciamiento en el que sin embargo, no pararon ni ocuparon las plantas luego cerradas, tras lo cual emprendieron el rumbo cooperativo. 


Aunque en las redes insisten en sostener que sí, su firma no está en el acta de impugnación de la elección que redactaron nuestros apoderados. Incluso su artículo de balance se regodea desde el título destacando que “la oposición perdió la minoría”, es decir que se apura a reconocer un resultado impugnado por la Naranja, colocándose otra vez en el campo de la burocracia. Mienten en su nota acerca de que “el 40% de la votación viene de AGR, Ipesa y Morvillo, cuando es sólo un 25% y el resto se esparce por todo el gremio (ver nota central), desvalorizando un desarrollo que es bueno no ya para la Naranja o el PO, sino para la clase obrera.


Su 4,5% (real) es sin embargo lapidario; demuestra que, los golpes patronales en algún caso y su propia incapacidad (¡empató 14 a 14 en Printpack, la única fábrica donde tienen un delegado!) la redujeron a la inexistencia como corriente. Pero es suficiente sin embargo para cuestionar, como parte del arsenal de maniobras fraudulentas de la Verde, nuestra conquista de la minoría.


MB