Sindicales

13/4/1993|387

Gran Asamblea contra la flexibilidad

La ofensiva la tenía la patronal: diez días del libro para el registro de los retiros voluntarios, se anotaron compañeros jubilables y jóvenes que “al no pasar nada es preferible irse” (decían en relación a la pasividad de la interna), ya había más de 20 anotados y resultaba imposible hacer comprender a la interna la necesidad de una asamblea.


En fábrica corrían los cálculos y planes de una supuesta indemnización, si aceptar cuotas o ir a juicio; si convenía anotarse o el telegrama. La empresa había decidido la reducción del personal en un 30% y logró dividir y desmoralizar a la mayoría de los compañeros; hacer agachar la cabeza a los que durante años supieron defender celosamente sus conquistas y mantener constante la lucha salarial logrando niveles superiores al promedio general en el gremio.


La empresa está preparada, la gente no da, y no hay nada que hacer, etc. sostenía la mayoría en la interna, que por supuesto se proyectaba entre los compañeros llevándolos a un callejón sin salida.


La empresa preparó este terreno, y el día 26/3 avisó a los delegados que a ellos también les ofrecería el “retiro voluntario”, uno por uno (son cinco); ese mismo día le ofreció al primero “lo que corresponde”, u$s 30.000, para que se vaya. Aun poniéndose en conocimiento, el chantaje pretendido por la empresa, y la intención de corromper a la interna, la asamblea no salía.


La patronal entonces, continuaba con su propósito y todo hacía pensar en vacilaciones y entrega de la interna. Pero el 30 de marzo, se instaló el debate, a medida que ingresaban los compañeros a los vestuarios se imponía la voluntad de no dejar avanzar más a la empresa; su plan iba en detrimento de todos: los “voluntarios” serían arrojados a un mundo de desocupados desesperados por la competencia cuentapropista y en fábrica impondrían los ritmos exigidos ya ensayados por la empresa durante las vacaciones. Si no enfrentábamos a la patronal que serían más de 20 años de conquistas y luchas con una interna quebrada (en el mejor de los casos) o corrompida.


Las patronales como Carrier, pretenden hacer caer sobre los trabajadores todo el peso de la crisis recesiva que resultó del plan del gobierno que apoyó en todo momento. Pretende “bajar costos” para cumplir con las exigencias de la Carrier yanqui, que desea comprar la empresa luego de hecho  “el ajuste”: la flexibilidad laboral. Aludiendo falta de competitividad y eficiencia y una supuesta rentabilidad negativa que llevaría a no poder asumir los salarios y hasta cerrar la planta (como lo repitió ya en varios conflictos) presenta como solución los despidos, y en cuotas.


¿Pero acaso los obreros somos responsables si hubiera pérdidas, acaso en los últimos 10 años no tuvo ganancias? ¿acaso los trabajadores tenemos control en las cuentas de la empresa?. Bien, que abran entonces los libros y las cuentas de los últimos diez años. Desde que era un galpón hasta el día de hoy, con una planta en San Juan y otra en Buenos Aires, beneficiados con la promoción industrial. ¿No tuvimos que luchar siempre por el salario? ¿Y acaso alguna vez nos basamos en sus ganancias?


Si pretenden que entendamos la reestructuración, que lo demuestren, que abran los libros y muestren los tratados con la Carrier yanqui.


La asamblea sesionó el 30 de marzo, arrancada por los compañeros, ya dió su primer respuesta al ataque patronal: Repudio al intento de chantajear a los delegados; rechazo a los retiros voluntarios y despidos; declararse en estado de asamblea ante cualquier contraofensiva patronal.


La asamblea fue un paso adelante en la lucha contra la flexibilidad, demostró las enormes reservas de lucha de los obreros, pero será necesario desenmascarar las intenciones de la empresa e imponer la estabilidad laboral.


Es necesario que los compañeros de Carrier tomen la tarea de reagruparse para preservar sus conquistas y dar batalla al ajuste patronal.