Sindicales

10/4/2003|796

Gran victoria política del Sindicato del Pescado

"En este banquillo deberian estar sentados la burocracia sindical y este régimen que mata y hambrea"

En base a un informe de Silvia Gorini

La clase obrera marplatense acaba de obtener una victoria política impresionante: los compañeros de la dirección clasista del Sindicato Obrero de la Industria del Pescado (Soip) fueron absueltos de los cargos por “turbación de la posesión” en el juicio que les había iniciado la vieja burocracia por la ocupación de la sede sindical en junio de 2000.

 

Tres elementos decisivos convirtieron el juicio a la dirección clasista en una enorme derrota política de la burocracia.

 

El primero, la sistemática movilización que acompañó a los compañeros acusados, Luis y Mamerto Verón, Patricia Comparada y María Inés Demateis, durante los tres días que duró el juicio. El Polo Obrero, el Mijd, el Mtr y, por sobre todo, la propia base del gremio del pescado, estuvieron presentes para sostener política y moralmente a los acusados.

 

El segundo, las declaraciones demoledoras de los acusados y de más de una veintena de trabajadores del gremio: “En este banquillo deberían estar sentados la burocracia sindical y este régimen que mata y hambrea”, proclamó el compañero Luis Verón.

 

Más de veinte testigos y los propios acusados expusieron con meridiana claridad los legítimos métodos de defensa que usó la clase obrera del pescado para sacarse de encima a la burocracia. Denunciaron que en junio de 2000, y en el marco de una huelga de la industria del pescado que en ese momento ya llevaba dos meses de duración, la burocracia, lejos de darle una respuesta a los mil trabajadores que marcharon a la sede gremial a reclamarle una solución al conflicto, decidió “criminalizar” a los trabajadores, iniciando juicio a los dirigentes más destacados de la lucha.

 

Fueron particularmente elocuentes algunos testimonios brindados por participantes activos de esa lucha, que relataron cómo el 29 de junio del 2000 los trabajadores del pescado, luego de una asamblea conjunta con otros gremios del puerto, decidieron marchar a la sede del Soip. Ante la masividad de la marcha, los burócratas huyeron de la sede. Por toda “legitimidad”, los acusadores presentaron un mandato… vencido en 1998.

 

Estremeció el relato de testigos que denunciaron el estado de extrema necesidad de los huelguistas, ante la falta de cobro de los salarios por más de dos meses, mientras la sede del sindicato se encontraba repleta de mercaderías que la burocracia dejó vencer antes que entregarla a los huelguistas. Es decir, el juicio puso al desnudo el carácter antiobrero, mafioso y patronal de la burocracia sindical.

 

En contraposición a los vibrantes alegatos de los acusados y las filosas denuncias de los testigos de la defensa, el burócrata que actuaba como “testigo acusador” debió ser llevado por la fuerza pública ante los tribunales. La razón es sencilla: en el juicio no pudo sostener ninguna de las acusaciones.

 

Pero hay un tercer elemento decisivo en esta victoria: el masivo respaldo de los trabajadores a la dirección clasista del Soip, que se puso de manifiesto en la votación que, dieciocho meses después de la toma del sindicato, llevó a la conducción a la Lista Celeste y permitió expulsar del gremio a una de las burocracias más repodridas del país.

 

Un respaldo que se ha reforzado por el trabajo de organización y la lucha de esta dirección clasista desde que asumió la dirección del gremio, mediante el cual ha logrado imponer dos aumentos salariales en el curso del último año, mientras continúa la denuncia de las “cooperativas” truchas, en las que los trabajadores carecen de los más elementales derechos.

 

La movilización de los trabajadores y el movimiento piquetero, la valiente conducta de los activistas y el respaldo masivo de los trabajadores del gremio, volvieron a derrotar otra vez, como en junio de 2000 y marzo de 2003, a la burocracia sindical.