Sindicales

18/3/2010|1120

“Grupo Vía Bariloche Negrero”, basta de superexplotación

Faltando poco para Semana Santa, la CNRT (Comisión Nacional Reguladora de Transporte) y los medios masivos de comunicación se acuerdan de los Conductores de Ómnibus de Larga Distancia y de los pasajeros mediante controles que se limitan a hacer soplar un “aparatito” para test de alcoholemia a la salida de la terminal de Retiro, en un hecho que pretende disimular la absoluta y total falta de control sobre el transporte de larga distancia.

Pero la realidad es otra y esto nadie lo controla: la mayoría de los conductores que llegan a la mañana a Retiro desde Bariloche, después de conducir 22 horas, han realizado esa mismo trayecto en el sentido contrario con sólo dos o tres horas de “descanso”, o sea que 48 ó 50 horas de conducción casi ininterrumpida. Los conductores luego regresan a la empresa a entregar la unidad para realizar mantenimiento para volver a salir a la tarde: otras 22 horas más…

Un párrafo aparte merecen los de “horario o línea fija”, quienes permanentemente realizan estos rebotes. Algunos realizan dos vueltas (cinco días) y descansan una jornada. Totalmente “estresados” por el cumplimiento estricto del horario, permanecen no menos de cinco días sin bajarse del coche, situación ésta que hace no tolerar más que un par de años realizando este tipo de servicios.

Esta situación incluye también a los auxiliares de a bordo (encargados de la atención de los pasajeros). La mayoría son jóvenes de veinte años, que en temporada alta perciben como máximo un jornal de 2.200 pesos, trabajando 500 horas/mes. Su vida transcurre en los micros, llegando a dormir varias noches seguidas en el asiento del acompañante, o sentados en la escalera, ya que en las boleterías venden hasta la última butaca disponible. El resto del año, su sueldo ronda los 1.500 pesos y no cobran un peso de viático.

Vía Bariloche es la “empresa madre” de un grupo integrado por Tigre-Iguazú, El Valle, Don Otto, Transportadora Patagónica, Albús, Pehuenche, Vía-Tac y Quebús. Se nutre de personal aprovechando la falta de oferta laboral que existe en el interior del país, “tentando” a los conductores que vienen a Buenos Aires con “trabajo, casa y comida” pero en condiciones absolutamente precarias, sufriendo un desarraigo que los mantiene alejados durante semanas enteras de sus hogares.

Quedando a entera disposición del servicio, estos viven hacinados en casas o habitaciones que la empresa les provee en las cercanías de las cabeceras: Pablo Nogués (en el Gran Buenos Aires), Bariloche, Cipolletti, Iguazú, Bahía Blanca, etc.

Los organismos de control estatal (CNRT-Ministerio de Trabajo) y la UTA están al tanto de todas estas irreguralidades y son garantes y cómplices de este proceso de superexplotación.

Un grupo de trabajadores nos comenzamos a organizar y denunciamos estos atropellos, exigiendo el cese de esta superexplotación y la reducción de los ritmos de trabajos negreros en esta empresa.