Sindicales

6/1/1994|410

Intermedio provincial: el CTA y ATE deben tomar la iniciativa

¿Han cesado las crisis, protestas, luchas y  rebeliones en las provincias, es decir en el país?


Una hojeada a los titulares de “La Nación” permite dar una respuesta. El diario de los Mitre informaba hacia fines de diciembre, como si emitiera partes de guerra, por ejemplo, que “El fantasma de un estallido social se aleja de Jujuy” (30/12), que “En Tucumán nadie cree en un incendio social” (29/12), o que “Fracasó una protesta salteña” (ídem). En el conjunto de las provincias del norte, desde Chaco a La Rioja, los gobiernos se apresuraban a pagar el aguinaldo y los salarios, y con mayor premura los adeudados.


Pero los “partes” de “La Nación” se revelaron, rápidamente, como una ilusión. El mismo diario, una semana después (4/1), admitía que “Preocupan los posibles actos de protesta en Tucumán”. Dentro del artículo se informaba que “en medios allegados a los servicios de inteligencia que operan en esta ciudad, ha trascendido que existe preocupación por una hipótesis sobre la posible regionalización del caso de Santiago del Estero, entre ellas Tucumán”. En esta provincia acaban de producirse despidos “en diferentes sectores laborales”; en el sanatorio de la Ados “quedaron cesantes 400 personas, entre médicos, enfermeras y empleados administrativos. En la localidad de Lules ha cerrado una planta textil que operaba desde hace más de veinte años”. Todo esto ocurre en el marco de una gran preocupación debida al fracaso de la zafra azucarera.


Con respecto a los anuncios de “calma” en Jujuy, el desmentido fue aún más contundente, cuando los productores tabacaleros ocuparon la localidad de Perico, para protestar contra la reducción en un 50% del precio pagado por la industria por la materia prima. A renglón seguido, fue el turno de los tabacaleros salteños, que comenzaron a bloquear los accesos a las plantas acopiadoras de Massalin y de Nobleza (Clarín, 5/1). Ya no era más la “chimenea del Estado” la que generaba la insurgencia popular, sino la productiva y rentable industria privada de los grandes monopolios. La movilización tabacalera destruyó la especie cavalliana de que las protestas provinciales respondían a un pasado improductivo que se estaría insurgiendo contra la modernización económica.


Quiebra de conjunto


Pero esto recién comienza, porque según un estudioso del Conicet, “en informes oficiales, se habla de la desaparición, en los próximos años, de las dos terceras partes de las unidades agrícolas” de las provincias del Noroeste y Nordeste (Alejandro Rofman, en Clarín, 29/12).


En Santa Fe, por su lado, “La única industria que crece es la de la prostitución” (Ambito Financiero, 20/12). De acuerdo con “una encuesta realizada por el Instituto provincial de estadística y censos en la provincia de Santa Fe, entre octubre de 1992 y abril del presente año ‘se perdieron 24.000 puestos de trabajo’, elevándose el índice de desocupación en Rosario y en el conurbano del Gran Rosario en ‘34 por ciento’” (ídem). En la ciudad industrial de San Lorenzo los despidos han sido masivos en industrias de punta como la petroquímica, lo que desmiente que el “plan” Cavallo represente un impulso al desarrollo de las fuerzas productivas. En Santa Fe, los gremios estatales han debido “conformar una comisión intersindical como estrategia para hacer frente ‘al grave panorama del sector y, especialmente, a las medidas que para 1994 tiene previstas el gobierno de Reutemann’” (Crónica, 29/12).


Las crisis provinciales no excluyen a la provincia de Buenos Aires, como lo prueban las constantes críticas de Cavallo al ministro de Duhalde, Carlos Brown, al que denuncia también, entre otras cosas, por no hacer el ajuste (comentario de La Nación, 19/12). La presión impositiva bonaerense, en efecto, ha aumentado, pero en especial sobre los trabajadores, esto a través del incremento del impuesto inmobiliario urbano. Duhalde prepara, ahora, “una reconversión administrativa en la provincia que involucra a 220 mil empleados públicos” (Clarín, 17/12). Buenos Aires sólo se diferencia de Santiago en que los trabajadores aún no han articulado su respuesta.


Crisis política


El carácter de fondo representado por las crisis provinciales se ve en el hecho de que ha reabierto en la burguesía la polémica estratégica sobre el plan económico. No sólo con relación al gastado tema del tipo de cambio, que si no se devalúa, según el radical Machinea, llevará a la quiebra completa a las economías regionales, sino con respecto a si hay que mantener el Mercosur o sustituirlo  por la anexión de Argentina al tratado de libre comercio con Estados Unidos (Cronista Comercial, 29/12), ya que “exportar (sólo) arroz, trigo y lácteos hacia el Brasil no soluciona para nada nuestras crisis provinciales”.


El reciente “pacto fiscal”, al sustituir el impuesto a los “ingresos brutos” por el de “ventas”, representará una carga adicional sobre los consumidores y el comercio, incorporando nuevos sectores a la lucha. Es indudable que no existe fuerza más revolucionaria que el propio capitalismo.


Ninguno de los factores del reciente estallido ha sido desmontado o se encuentra en vías de desmontarse. Schiaretti ha intervenido todos los municipios y ha dejado en pie la ley de reducción salarial y de despidos que aprobó la Legislatura intervenida. La intervención, aprobada por unanimidad, a Santiago del Estero, ha barrido con el parlamento pero no con la obra de éste: ¡el programa de trabajo del interventor es el que sancionaron los intervenidos! En La Rioja, por su lado, la “ley de ómnibus”, con su secuela de cesantías, sólo ha sido suspendida hasta abril.


Inevitable


Lo que surge de todo esto es simplísimo: el gobierno sabe que una nueva confrontación es inevitable y está dispuesto a precipitarla. Lo que diferencia a la burguesía de las masas es precisamente esto: que la burguesía actúa bajo la batuta de un estado mayor, mientras que las masas marchan en orden disperso.


¡Y después buscan conspiradores entre los trabajadores!


¡Pero los trabajadores tienen que ponerse a conspirar, abiertamente, pero a conspirar!


Está claro que Cavallo y compañía no van a solucionar ningún problema del pueblo; que sólo un plan económico de las organizaciones populares que están jugando un rol protagónico en las luchas provinciales, puede constituir una salida. Si a las reivindicaciones salariales y de trabajo vigentes se añade un planteo de conjunto, esas organizaciones podrán convertirse en alternativa de poder, superando la alternativa entre los gobiernos de turno y la intervención federal.


A 140 años de la organización nacional y a 110 años de la federalización de Buenos Aires, está claro que las oligarquías y la burguesía industrial han fracasado en la tarea de desarrollar el interior argentino. Las producciones regionales, luego de haber sido la vaca lechera de los terratenientes e industriales durante más de medio siglo, se encuentran quebradas; las “promociones industriales” de los últimos años se revelaron, previsiblemente, como una estafa. Solamente el control de los trabajadores sobre los principales recursos económicos y financieros puede dar una salida, a la vez inmediata e histórica, al interior argentino. Para eso hay que plantear un programa económico de emergencia y luchar por un gobierno de trabajadores en las provincias y por un plan de lucha nacional para acabar con el gobierno Menem-Cavallo.


La responsabilidad del CTA y ATE


El CTA y ATE se encuentran en el centro de los acontecimientos provinciales, y por lo tanto les cabe a estas organizaciones asumir una iniciativa política de conjunto. De lo contrario serán “barridas” del escenario popular. Hasta ahora, las organizaciones dirigidas por Mary Sánchez y Víctor de Gennaro se han adaptado a las privatizaciones y miserias del menemismo. Son tan responsables como la burocracia cegetista del retroceso sufrido por los trabajadores. Pero la rebeldía popular les ofrece una nueva oportunidad.


Llamamos al CTA y a ATE a reunir Asambleas Populares en todas las provincias y en la Capital, para impulsar un plan de lucha y un programa alternativo al menemismo. El objetivo de esta acción es que las organizaciones de los trabajadores se presenten como alternativa de poder frente a los agotados y corrompidos gobiernos patronales.