Interpack: una batalla concentrada

Hace una semana se realizaron las elecciones de Interpack. Por un margen menor, pero inapelable, volvió a triunfar la conducción histórica del taller identificada con la Agrupación Naranja y el PO.


La novedad este año fue la presentación de una lista de oposición, integrada por un militante del oficialismo verde -con inocultables aspiraciones a escalar en el aparato del sindicato- y otros tres compañeros que, en diversa medida, fueron partícipes de las últimas luchas de la fábrica.


Una campaña envenenada


La campaña de la oposición, sponsoreada por la burocracia y por la patronal, apeló a todo. Desde las amenazas de cierre, agitando el fantasma de Atlántida y AGR, hasta el quite de extras, pasando por bajezas tan burdas como denunciar que los delegados comprábamos voluntades en las asambleas para prolongar las medidas de fuerza.


Semejantes calumnias generaron una gran indignación, especialmente en el activismo que, a lo largo de dos décadas, protagonizó grandes luchas en defensa de los derechos, el salario, la estabilidad, las condiciones de trabajo y también de una alternativa clasista en el gremio.


Ejemplo de esto fue la ocupación de la planta en 2007, para arrancar el pago de los ajustes paritarios sobre el conformado (muy superior a los básicos miserables de la escala) y la eliminación del trabajo eventual, incorporando a todos al plantel efectivo. Un detalle colorido es que dos de los opositores fueron parte de esas incorporaciones.


¿Qué enfrentamos?


Desde hace unos años, la actividad gráfica (e Interpack no es la excepción) sufre una fuerte ofensiva capitalista. Según datos de la propia directiva se produjeron unos 300 cierres y más de 3.200 despidos, en la era Macri; aunque el derrumbe comenzó bastante antes.


La política del Grupo Zupan, dueño de Interpack y del más importante del mercado de envases, para quebrar la organizaciónde la planta 1, fue reducir el plantel no reemplazando a los trabajadores que se fueron desvinculando (en su inmensa mayoría por jubilaciones). A esto se sumó un lock-out de cuatro meses para forzar la modificación a la baja el sistema de premios. La resistencia del taller incluyó un paro de 16 días en 2015 y varios más de menor alcance, en 2016 y 2017, pero la empresa logró finalmente avanzar.


El desemboque de este plan debía ser el desplazamiento de la interna combativa: pero eso no sucedió.


La continuidad de una construcción


El activismo, debilitado, pero con enormes reservas, demostró una conciencia muy clara de lo que estaba en juego; de que los pasos atrás que hubo que dar, en su momento, fueron menores y necesarios para preservar los fundamental de nuestras conquistas y, en última instancia, de que Interpack es parte de una construcción general, que no se mide exclusivamente con el rasero de los logros internos.


En esta batalla concentrada se jugó en parte la continuidad de esa construcción general. Y la ganamos.