Sindicales

19/4/2007|988

Julio Fuentes, de UNE-CTA, “reprimo, no reprimo”

Hace diez años que la dirección de ATE-CTA de Neuquén viene machacando con que “el conflicto social no tiene representación política”. Sobre esta base justifica, primero, la formación del Movimiento Político y Social de la CTA y luego el UNE (que ahora recoge los restos del Encuentro de Rosario).


Hace 45 días que el “conflicto social” en Neuquén ha estallado en un nivel y profundidad de características históricas, que ha provocado la crisis de la camarilla sobischista que gobierna la provincia.


Cualquier aficionado a la lógica podría pensar que con esto habría llegado la oportunidad del UNE para “representar el conflicto social”.


Se equivocaría rotundamente.


El UNE, lejos de ello, se ha transformado y junto a la Iglesia, la CGT, las cámaras empresarias y el gobierno K en un sostén institucional de Sobisch para evitar su caída a manos de los huelguistas.


Julio Fuentes (ATE-CTA), candidato a gobernador del UNE, esperó quince días de crisis del gobierno para pedir que Sobisch “deje su lugar”, algo así como un consejo.


La CTA y ATE, los sostenes materiales del UNE, se han mantenido al margen, en una paritaria paralizante, aún cuando los trabajadores de la educación llevaban más de un mes de huelga ¡por los mismos reclamos que ellos decían defender en la paritaria!


Desde el fusilamiento de Fuentealba, eso sí, el UNE se ha declarado “de luto”, pero dispuesto a retomar la campaña cuanto antes: “El UNE volverá a la actividad el martes en Junín de los Andes…” (La Mañana de Neuquén, 15/4).


Ese “volverá” está escrito por un diario afín a Sobisch, que buscaría cualquier indicio para ligar al UNE a la huelga, como hace con las acusaciones contra la izquierda.


No hay un solo documento o declaración del UNE que plantee la renuncia de Sobisch o la extensión del conflicto social hasta que éste caiga. Ni siquiera está claro que condene la represión, porque Julio Fuentes ha dicho que “…debe debatirse sobre la decisión que tomarán si son gobierno con respecto a reprimir o no reprimir la protesta social” (La Mañana de Neuquén, 15/4).


Diez años de sumisión han llevado a los que se postulaban a “representar la protesta social” a pensar seriamente si en vez de “representarla” no deberían reprimirla.