Sindicales

7/10/2010|1149

La burocracia agotada está destruyendo a la CTA

En la Lista 3 de la CTA

La chicana de que a 130 millones de brasileños les llevó diez veces menos de tiempo enterarse de los resultados de las elecciones nacionales que a los doscientos mil votantes de la CTA es mucho más que eso. Es la expresión del agotamiento de un proyecto verticalista del sindicalismo, de colaboración de clases, falsamente disfrazado por el voto directo. Bastó que el núcleo dirigente se quebrara para que esos votantes directos se encogieran en más de un millón de supuestos afiliados. La CTA no ha sido llevada al derrumbe por la manifiesta proliferación del fraude de ambos lados: el fraude es la expresión de dos clanes que se desesperan ante ese derrumbe. Esta crisis no la van a arreglar las juntas electorales ni las comisiones arbitrales, mucho menos las promesas de unidad de Micheli y Yasky, así como tampoco la fuga hacia adelante de planes de lucha improvisados, que no pasarán de algunas aglomeraciones en el microcentro. La recuperación de la CTA exige una recomposición sobre nuevas bases, que ninguna de las fracciones de la burocracia está dispuesta a aceptar, aunque tenga que pagar para ello con el hundimiento de la CTA.

La renuncia de Milagro Sala a la CTA es la expresión simbólica más rotunda de todo este agotamiento. En su momento, tanto Yasky como De Gennaro volaron en su apoyo, cuando era inocultable su condición de puntera del gobierno. Sus organizaciones fueron convertidas en la columna vertebral de la Constituyente Social, concebida como el instrumento político emancipador de la CTA. Ahora Milagro Sala se va desde las posiciones del kirchnerismo. Con la partida de Milagro Sala, a la lista de Micheli se le borra la mayoría que pugna por emerger de los socavones del fraude. Para Yasky es peor aún: representa para él una completa descalificación, porque su proyecto K se queda sin la más fiel de sus escuderos. Después de la acefalía generada por la incertidumbre de los resultados, pero por sobre todo por las intrigas de las dos cúpulas de la burocracia que se enseñoreó con la CTA por dos décadas, la salida de Milagro Sala representa un nuevo descabezamiento. Las interesadas defensas de la morena que se habría insurgido contra las aristocracias del norte argentino quedan relegadas en el archivo de la obsecuencia con el aparato oficial.

La descomposición de la burocracia dirigente relega al infinito, en estas condiciones, las dos reivindicaciones más características de la CTA: el reconocimiento de la personería sindical y la posibilidad del reconocimiento de los sindicatos y delegados inscriptos. Han fortalecido a la vieja burocracia cegetista, apéndice del Estado. El sometimiento inconsulto, burocrático y verticalista del sindicato del Subte a la CTA no solamente delata los métodos de la dirección que hoy se enfrenta su agonía, sino que también ha malversado esas justas reivindicaciones. Los trabajadores del Subte le dieron la espalada al proceso eleccionario que se le ha querido imponer, como si intuyeran que se quería convertir su gesta heroica en cómplice de lo contrario -una construcción fraudulenta. El sindicato del Subte debe recuperar con urgencia su autonomía sindical y política. Mientras dilapidaban sus energías en la pelea por rescatar boletas del caos del fraude, las fracciones en disputa dejaban pasar con total conciencia la oportunidad para reivindicar las pretensiones de lucha que asignan a la CTA: es así que la UOM de Villa Constitución, con el acuerdo de todas las listas de la burocracia, entregó la lucha de Paraná Metal y admitió 600 despidos para viabilizar un negocio del empresario K Cristóbal López, quien se quedará con incontables subsidios.

Quienes realizamos este balance hemos sido los únicos en advertir, tempranamente, que la burocracia estaba poniendo en peligro la continuidad de la CTA. Señalamos que la desintegración de la CTA se acentuaría luego de las elecciones, como consecuencia del proceso político hacia las presidenciales de 2011. Hicimos una campaña electoral en torno a esta advertencia: nuestras previsiones políticas han superado en forma holgada nuestros resultados electorales, pero ellas han quedado grabadas en la cabeza de numerosos activistas dispuestos a resistir el desenlace liquidacionista. La última línea de defensa de los que nos condujeron a esta situación es atrincherarse en los aparatos de sus propios sindicatos, sin reparar que esa labor liquidacionista hace tiempo que está en marcha en cada uno de los sindicatos. No es casual que una aglomeración del duhaldismo, en la provincia de Buenos Aires, logre llevar a la huelga a los docentes abandonados por Yasky-Baradel. Suteba se ha ganado sus habilidades de fraude y la gratitud del Ministerio de Trabajo en la usurpación que ha logrado imponer en Suteba La Plata.

¿Micheli cree acaso que a la CTA la va a salvar Solanas, o que tiene un frente ganador para 2011 que opere a favor de la CTA? Si lo cree, es peor que una fuga hacia adelante. A la CTA no la va a salvar una Alianza chica, como tampoco la salvó el gobierno capitalino de Ibarra. Solanas más Binner, más Juez, más Stolbizer no tienen piné para formar gobierno -terminarán en una alianza con Alfonsín o quedarán marginados. Solanas ya empezó por cuidar sus espaldas: repudió la movilización estudiantil, desalienta las movilizaciones contra la minería en Andalgalá, aprobó una ley de glaciares que permite nuevas inversiones mineras mientras dilata la determinación del inventario de los glaciares, no se movilizó contra el golpe en Ecuador, saludó la farsa de la reunión de presidentes bolivarianos y uribistas de la Unasur. Poner a la CTA golpeada al servicio de Proyecto Sur será otra lápida para la CTA.No hay un delegado, activista o afiliado de la CTA que no esté dispuesto a dejar de lado los intereses de facción frente a la necesidad de combatir la destrucción de la CTA que se encuentra en marcha. El punto es que la vieja burocracia y los viejos métodos son impotentes para lograr el objetivo de parar su liquidación. Por esto es necesaria una campaña para que se convoque un Congreso de delegados con mandatos de Asamblea, para que se reestructure a la CTA con nuevos métodos y sobre nuevas bases. Llamamos a impulsar un reagrupamiento de fuerzas en esta dirección, lo cual incluye naturalmente a aquellos que han votado por las listas de la burocracia o han impulsado el voto por ellas. Pero a la luz de los hechos deberían hacer un replanteo. La crisis de la CTA forma parte (y es una expresión) de un proceso de transición que afecta a todas las organizaciones obreras, incluso en todo el mundo, golpeadas por la bancarrota mundial del capitalismo. Desde el punto de vista de las obligaciones estratégicas que impone esta bancarrota, es más vigente que nunca la necesidad de un sindicalismo combativo, independiente del Estado, vinculado a la organización de las luchas anticapitalistas de los explotados.