Sindicales

11/9/2014|1331

La Cámpora declara la guerra a los trabajadores aeronáuticos

Con dos comunicados amenazantes, la patronal camporista rechazó cualquier negociación sobre su propuesta de aumentar a los trabajadores de Aerolíneas-Austral un 28,15% en cuotas, lo que representa un 26% anualizado.

Después de esta verdadera declaración de guerra a los trabajadores, el Ministerio de Trabajo dictó una conciliación obligatoria preventiva ante el anuncio de un paro de pilotos.

Recalde plantea que el 35% reclamado por los gremios de la Federación Aeronáutica (Fapa) “supera ampliamente cualquier porcentaje sensato”. Lo cierto es que los últimos cuatro acuerdos salariales fueron a la baja entre dos y tres puntos al año respecto de la inflación, mientras el impuesto al salario se fue comiendo otro tanto. En un contexto de inflación proyectada del 40% resulta escaso incluso el 35% reclamado por las burocracias aeronáuticas.

Recalde miente cuando dice que “en julio la empresa otorgó un monto salarial extraordinario”, cuando se trató de un incentivo atado a cláusulas de productividad y flexibilidad que arrancaba con la eliminación de horas extras (unas 5.000 mensuales en el caso de los técnicos), y la creación de un turno nocturno en Austral sin incorporar nuevo personal. Estos pagos a cuenta, pasibles de ser descontados ante cualquier incumplimiento, fueron repudiados por los técnicos de Apta, que reunieron casi 700 firmas rechazando el acta firmada por Cirielli, y reclamando una asamblea general para votar el monto a exigir y elegir paritarios.

Un avión en picada

Mientras Recalde dice que “ha mantenido más puestos de trabajo que los necesarios”, la Fapa le responde que La Cámpora hizo ingresar un 40% de nuevos trabajadores. Pero en la reciente audiencia pública organizada por la Comisión de Despedidos y la bancada del Frente de Izquierda, los técnicos denunciaron el vaciamiento sistemático de los talleres de mantenimiento, que favorecen negociados con la compra de repuestos, la falta de herramientas e insumos, la tercerización de reparaciones a otros países y el abandono en la formación técnica habilitante para los mecánicos. Esta es la principal causa de la capacidad laboral ociosa. Por denunciar esta situación en una reunión con la gerencia, once trabajadores de los hangares fueron despedidos el año pasado.

Los camporistas anuncian que recurrirán “al Congreso Nacional para que vote una propuesta de reestructuración que incluya un procedimiento preventivo de crisis, la eliminación de las rutas internacionales no rentables y la devolución anticipada de los aviones menos eficientes, adecuando el tamaño de la estructura a una nueva realidad” para “hacer de nuestra aerolínea de bandera, una empresa pública eficiente”.

Sin escalas, un conflicto salarial se ha transformado en un recurso preventivo de crisis. En esta línea, Recalde ha amenazado con el cierre de Aerolíneas si persiste el reclamo salarial. Los nacionales y populares han exhumado la extorsión menemista -“ramal que para, ramal que cierra”. Como en los ’90, pretenden trasladarle a los trabajadores el derrumbe de la estatización trucha y de la gestión K, que hasta hoy fue apoyada por todas las fracciones burocráticas.

Recalde abandona el verso de la conectividad del país, buscando apoyo en la oposición patronal a su plan de ajuste contra los trabajadores. Mientras tanto, las burocracias intentan bajarse de un barco que se hunde buscando otras tiendas políticas.

Los aeronáuticos deberán intervenir con su propio programa: asamblea general para votar un plan de lucha por 40% de aumento sin cuotas. Huelga general ante el primer despido.

• Eliminación del impuesto al salario, que la patronal lo absorba.
• Elección de paritarios en asamblea.
• No a la privatización de Austral.
• Comisión investigadora elegida democráticamente entre los trabajadores para abrir los libros contables y saber en qué se gastaron miles de millones de dólares de subsidios.

Corresponsal