Sindicales

25/4/2020

La construcción es un terreno allanado para los despidos

Uno de los gremios más golpeados por la corona-crisis es el de la construcción, que ya venía de una pérdida de 50.000 puestos de trabajo durante 2019. Ahora, además de los casi 1.500 despidos de Techint se registran cesantías en Criba, Dycasa, Green entre otras empresas. El decreto presidencial de suspensión de despidos es papel mojado, porque deja a los trabajadores en manos de la negociación entre la burocracia de la Uocra, las patronales y el Ministerio de Trabajo. La parálisis de la obra pública, que viene de caer un 50% el año pasado, completa el cuadro.


Pero sumado eso, y además de los altos índices de precarización laboral, en la construcción las patronales tienen la potestad -por el convenio leonino de la Uocra del ’75- de despedir a sus trabajadores sin ninguna indemnización cuando las obras terminan, a cambio de lo que llaman el Fondo de Desempleo.


Es un fondo que se va acumulando mes a mes mientras el trabajador se encuentra ocupado en relación de dependencia y en blanco, en los que se descuenta el 12% del sueldo básico en el primer año, y el 8% en adelante. Esto cuando la enorme mayoría del gremio continúa más de uno o dos años en un puesto, ya que incluso en el caso de las obras que duran más las principales empresas subcontratan a otras para tareas específicas, como manera de abaratar costos.


Además, el salario de los obreros de la construcción se encuentra por debajo de la línea de pobreza. A modo de ejemplo, un ayudante en la zona A con la actualización de enero tendría un salario mensual menor a $30.000, por lo que finalmente el Fondo de Desempleo no le alcanzaría para vivir más de un mes.


No por nada, este sistema del Fondo de Desempleo quería hacerse extensivo a todo el movimiento obrero con la reforma laboral -que quedó trunca en el Congreso después de las jornadas de diciembre de 2017 contra el robo a los jubilados.


Para colmo, en medio de la pandemia el Estado y las patronales nos quieren hacer volver a trabajar sin que se garanticen siquiera los precarios protocolos de prevención, poniendo en riesgo nuestra salud y la de nuestras familias.


Los trabajadores de la construcción tenemos que organizarnos de manera independiente para luchar por nuestras reivindicaciones, comenzando por la defensa de los puestos de trabajo, el aumento de salario y la seguridad laboral, y por abrir el camino para la recuperación del sindicato de manos de la burocracia entreguista.