La crisis de la CTA recién comienza

Como se previó desde Prensa Obrera hace dos meses, la división de la burocracia o dirigencia de la CTA es un hecho consumado. Las fracciones de Yasky y de De Gennaro irán por cuerda separada a las elecciones internas previstas para septiembre próximo. En función de las divergencias políticas que exhiben unas y otras, es sorprendente que se hubieran empeñado durante semanas por formar una lista única. Simplemente, está en cuestión la supervivencia de la CTA.

La fracción que encabeza Yasky ha decidido convertir a las elecciones en un plebiscito para integrar la CTA al Estado. Yasky anunció oficialmente su intención de formar un frente político con Moyano para apoyar al gobierno K, con el pretexto de que las elecciones nacionales de 2011 son una suerte de ‘replay’ de la opción ‘Braden o Perón’. Lo curioso es que a los K les ha tomado siete años revelar a la opinión pública semejante alternativa. Planteado en estos términos, Yasky ha mandado al diablo el reclamo histórico del reconocimiento gremial de la CTA, para tomar el atajo de una integración directa al Estado. A partir de aquí, no es difícil conjeturar que de la división producida para las elecciones se pase a la formación, de hecho o de derecho, de dos CTA. La crisis deja comprometido otro punto: la campaña de la CTA, sostenida en la práctica por sectores reducidos, para crear sindicatos paralelos minoritarios (o, en algunos casos, sindicatos mayoritarios independientes) a los sindicatos de la CGT, como en IBM, el ingenio El Tabacal, en la minería o en el transporte colectivo de distancia.

Incluso queda comprometida la campaña de la CTA por el reconocimiento de los delegados con inscripción sindical simple. Aun con todo esto en juego, el eventual candidato de la fracción de De Gennaro, Pablo Michelli, secretario general de ATE, continúa negando su postulación. Los opositores a Yasky no parecen muy animados para enfrentar la kirchnerización y estatización de la CTA. Antes de las elecciones de la CTA tendrán lugar las de Ctera, que dirige la burocracia yaskista. Sin embargo, la fracción de De Gennaro no ha salido a organizar una oposición para hacerle frente o para apoyar abiertamente a la que emerja, como en el pasado, desde sectores de bases o de la izquierda.

Aunque el llamado degennarismo proteste contra el planteo de convertir a la CTA en sucursal de la Rosada, él mismo ha fogoneado acuerdos de ‘paz social’ (un valor positivo para esta fracción, en oposición al principio de la lucha de clases), que son una forma de convertir a los sindicatos en auxiliares del Ministerio de Trabajo. Michelli no pone reparos a que Yasky sea kirchnerista, porque –dice– la CTA es políticamente plural. Pero con esto sólo pretende justificar el derecho de De Gennaro o de la Federación Agraria (los chacareros capitalistas integran una central obrera) a apoyar a los sojeros en 2008 o a sus representantes políticos en la actualidad. Es claro para cualquiera con inteligencia mediana, que, con esta clase de ‘pluralismo’, una central obrera no puede existir. El pluralismo debe ser ejercido dentro de las organizaciones obreras para discutir y votar posiciones políticas que serán defendidas por la central obrera como tal. El ‘pluralismo’ ceteísta es funcional a la patronal y al Estado.
El caballo del comisario, en septiembre, es Yasky, pero este resultado no clausura la crisis, como se ilusionan los degennaristas, que creen que podrán seguir parasitando adentro de la CTA, amparados por el ‘pluralismo”. Sus compromisos políticos con el kirchnerismo, el yaskismo deberá pagarlos al contado y con intereses. Después de septiembre, la CTA estallará en pedazos o se convertirá en una central bajo muerte artificial o en puntera electoral; unos del gobierno, otros de la oposición.

Es en función de esta caracterización que deben establecer una orientación todos los que quieren enfrentar el copamiento de la CTA por parte del Estado, o su estallido y desaparición. Es necesaria la discusión de un programa político que desarrolle las pautas y la orientación de una CTA independiente del Estado, la burguesía y sus partidos, teniendo en cuenta que la crisis no se cierra en septiembre y que dominará el panorama sindical (incluso en la CGT, a la que se sumará Yasky de una forma u otra) en el período inmediato siguiente. Para esto se impone convocar a un plenario nacional, preparado con plenarios regionales, para organizar una lista contra la estatización de la CTA y que reivindique la convocatoria de un Congreso de Bases de la CTA para organizar la lucha para que “la crisis la paguen los capitalistas”. El desarrollo a la luz del día de un movimiento contra la estatización de los sindicatos, contra su conversión en puntos de apoyo del bonapartismo oficial, por su transformación de órganos de la lucha de clases; esto tendrá un impacto político en las filas de la CGT y en la situación política en general.