Sindicales

20/11/2008|1064

La crisis llegó a Volkswagen

En Volkswagen Pacheco, el crecimiento -que duraría cinco años- quedó trunco en las primeras semanas de la crisis. La planta producía hasta enero con solo un turno; a partir de febrero arrancó el turno tarde y para agosto estaba programado el turno noche. La empresa necesitaba que la planta produciera 22 horas diarias para fabricar la primera camioneta pick up de la marca, la Robust, con salida hacia todo el mundo.

Según el Smata, había llegado a un preacuerdo sobre las condiciones de trabajo del tercer turno: siete horas y diez minutos de trabajo, con el comedor incluido y pagando el turno completo, más el 36% del plus nocturno. A esto se le sumaba el “acuerdo” de que las horas del viernes, después de las 24, se pagaban al 100% más el plus nocturno del 36%.

El tercer turno arrancaba a fines de agosto. De repente, la empresa dijo que el acuerdo firmado con el Smata “no era correcto” y que la persona que firmó “se había equivocado” (!).

Esta discusión se llevó al Ministerio de Trabajo hace aproximadamente tres semanas, en plena crisis y en medio de rumores de despidos y suspensiones en las demás terminales. En el Ministerio la empresa dio un ultimátum: no abriría el tercer turno si las horas del viernes a la noche no se pagaban como un día normal, y que no renovaría a los contratados. Al otro día de la reunión, la burocracia bajó con el planteo de la empresa y metió miedo, en particular a los que todavía no habían quedado efectivos. En la posterior reunión con la patronal, la burocracia entregó las horas del viernes a la noche en “pos de mantener a todos los contratados”. A cambio, la empresa pasaba a efectivizar automáticamente a todos los contratados.

El jueves 23 de octubre, en la asamblea que se hizo para informar este acuerdo, la burocracia esperaba que los trabajadores recibieran la noticia con bombos y platillos. Lo único que recibieron fue silencio y caras de incertidumbre. Algunos trabajadores preguntaron si la efectividad nos daba la garantía de trabajo que ellos tanto habían asegurado unos meses antes.

Lo interesante es la respuesta improvisada de los delegados. Dicen que eso no se discutió; que lo que se discutió es homologar el tercer turno y que la estabilidad laboral la discutiría José Rodríguez con el conjunto de todas las terminales automotrices a fin de año.

El ambiente entre los trabajadores es una mezcla de incertidumbre y resignación, no confían ni un poco en el sindicato, ni los nuevos ni los viejos. Los nuevos por el cambio de discurso de la burocracia y sus maniobras; los viejos porque ya saben cómo actúa la burocracia: nunca defendió los puestos de trabajo, sino que se limitó a negociar los términos de la “faena”. Estos compañeros vieron cómo hace unos años entregaron la novena hora sin ni siquiera chistar.