Sindicales

22/4/2004|847

La elección gráfica: Resultados y perspectivas

La Naranja sacó, en las elecciones gráficas, un 29,3% de los votos cuando se cuentan los 104 talleres; cifra que baja al 22% con el voto de 753 jubilados, del aparato sindical y de la Obra Social. (En ésta obtuvimos, no obstante, 25 valiosos votos de la mano de dos candidatos enfermeros.)


Ganamos en 13 fábricas, algunas grandes y emblemáticas como Interpack I, Morbillo o New Press, donde trabajan nuestros principales candidatos y cuyos trabajadores aportaron la friolera de 50 fiscales hacia otros talleres. Tuvimos nueve empates o virtuales empates por uno o dos votos de diferencia. Obtuvimos unas 11 elecciones muy buenas, con el 40 y el 45 por ciento de los votos, algunas de ellas en grandes plantas como Ivisa (45%) o medianas, tales los casos de Indugraf, Bolsapel, Ramón Chozas, Berkes, La Ley o Muresco, e incluso la Cooperativa Cogcal, que integra el movimiento de fábricas recuperadas.


En los talleres, el fraude fue insignificante debido a la acción de unos 130 fiscales. El fraude se manifestó en Basilio Parisi, donde votó el 200% del padrón, y en un par de plantas más, como Gatic y Aller Atucha, donde nos gambetearon con los horarios, y una planta de Clarín donde votaron números no habilitados y nos voltearon 11 fiscales. En las urnas de jubilados, en cambio, que no llegamos a controlar, votó el 50% del padrón, algo inédito en la historia del gremio, más allá de los enormes recursos que usa la burocracia para traer a votar en remises a cada uno de ellos.


Digamos también que, aunque con buenos resultados, retrocedimos en Unión o Russ, respecto de la elección anterior, y registramos una pobre elección en la planta de Interpack II. Al igual que en diarios, donde obtuvimos porcentajes cercanos al 12 ó 15%, los más bajos desde que existe la Naranja. Es un gran avance, en cambio, el 25% obtenido en la Donnelly, la multinacional que compró Atlántida (ahora en convocatoria de acreedores).


 


El contenido de las cifras


Decididamente, sacamos menos votos de los esperados. Los punteos previos arrojaban una disputa de igual a igual, y habíamos inscripto 170 fiscales. Unos treinta se borraron en las últimas horas, víctimas de amenazas de despidos y otros aprietes, pero igual duplicamos el número de fiscales de la elección anterior.


El alcance de la lista, en su composición, y el activismo en su conjunto, tanto en la campaña como en la fiscalización, no fue suficiente para superar en votos que sacamos en el 2000 (en ese momento fuimos víctimas de un fraude escandaloso).


 


¿Qué pasó?


La elección gráfica fue tomada como una cuestión estratégica por la Cámara Gráfica y la UIA, y se discutió en los despachos oficiales. La patronal lanzó una formidable campaña de amenazas de cierre, de llevarse el trabajo, de despidos masivos, y pintando a la Naranja como el diablo piquetero, a través de sus supervisores.


Esta presión tuvo expresión en el abstencionismo: votaron 2.879 compañeros de los 4.300 habilitados en los talleres. Fue muy claro en Bosissio, en Romi, en Sacerdotti. En Poligráfica, Ajmechet e Irsisa, las patronales directamente no dejaron votar por el miedo al voto naranja. La elección se dio en un cuadro de guerra patronal contra la Naranja.


Habíamos dicho que la elección sería contra la patronal, contra el Estado, contra la Junta Electoral, contra una burocracia unida y contra la mayoría del cuerpo de delegados.


El repudio a la burocracia es enorme, vastos sectores saben de su carácter patronal, de sus curros, pero la maduración de la masa del gremio no alcanzó para votar a la Naranja.


El voto Naranja no tiene casi en absoluto un componente de “cachetada”. Fue un voto a una lista clasista, del Polo Obrero, con notorios dirigentes del movimiento piquetero y apoyada por la militancia del Polo.


En los diarios, un sector en algunos casos bien pago, pero a costa de la liquidación del convenio de las seis horas, pareció prender la campaña antipiquetera.


Nos ha votado el sector más consciente; el segundo segmento no maduró para torcer la balanza. La masa de compañeros no evalúa aún que la organización del cuerpo de delegados y el agrupamiento de fuerzas obreras pueda torcerle el brazo a la patronal.


Tendremos que demostrar lo contrario en la lucha y organización fabril. Luchas como las de TDO o Metrovías refuerzan una etapa de protagonismo de los cuerpos de delegados que la Naranja Gráfica está en las mejores condiciones de aprovechar. El trabajo de la lista y del Polo Obrero ha sido amplio y profundo, y podrá ser capitalizado próximamente.


Las tendencias a la renovación del cuerpo de delegados son evidentes. Las entregadas pueden ser revertidas en distintas fábricas si ponemos en pie internas honestas y antiburocráticas.


Digamos, para el debate, que aquí la polarización es total. Los cierres de bastiones de lucha como Atlántida, Quebecor o Recali, han sido compensados por una juventud combativa en nuevos talleres. La vieja base de diarios y revistas, que originó la Naranja, se ha modificado a los talleres de obra, lo que es un buen síntoma, porque se trata de la mayoría numérica y del sector más explotado del gremio.


Volvimos a obtener la minoría, lo que nos refuerza como una de las corrientes clasistas en el movimiento obrero industrial.


Nos lanzamos a organizar y formar a los nuevos activistas y preparar las grandes batallas que la clase obrera tiene por delante.