Sindicales

25/4/2002|751

La gran lucha del Astillero Río Santiago

Las marchas fueron arrancadas por la presión de la base y el activismo, que votaron marchar a pie hasta La Plata ante la negativa de la directiva de ATE a poner micros. Después de una asamblea muy combativa, 500 compañeros caminaron los 9 kilómetros que van de Ensenada a La Plata.


El miércoles 17 marcharon mil compañeros, que fueron brutalmente reprimidos. Los trabajadores enfrentaron a la policía y resistieron la represión. Allí perdió un ojo el compañero Amarilla. Al día siguiente, 1.500 compañeros volvieron a marchar a una gobernación rodeada por 400 efectivos, para repudiar la represión, exigir el pago de los salarios y la deuda y reclamar el paro provincial que ATE sigue postergando indefinidamente.


El plan de lucha del Astillero enfrenta el ajuste presupuestario de Solá, que ha provocado la renuncia de su presidente, que denunció que “este recorte sólo cierra con despidos masivos” (Diario Hoy, de La Plata, 8/4).


Un segundo aspecto del plan de lucha es la oposición de la masa de la fábrica a la “regionalización” impulsada por Solá y apoyada por las dos fracciones de la burocracia de ATE (la duhaldista que dirige ATE Ensenada y la degenarista de ATE Provincia). La “regionalización” no es ni más ni menos que la entrega de la fábrica a las intendencias de Berisso y Ensenada, es decir, su municipalización. Es el paso previo a la definitiva privatización del Astillero.


La burocracia de ATE plantea formar “comisiones de control de la regionalización”, que no son otra cosa que su integración al curro de los intendentes. Para que el Astillero funcione, hay que ponerlo en marcha bajo el control de los trabajadores, incluyendo el control del presupuesto para garantizar el pago de los sueldos y de la deuda salarial, y que no se despida a un solo trabajador.


Las movilizaciones del Astillero evidencian el rechazo de una vanguardia obrera a la dirección de ATE Ensenada, atada de pies y manos a Duhalde y Solá. Desde que Duhalde llegó a la Rosada, levantaron todas las marchas y rompieron la intergremial que reunía a organizaciones sindicales, de desocupados, autoconvocados de los ministerios y distintas organizaciones, entre ellas, el Polo Obrero. Ni siquiera llaman a un paro aislado, para no romper su tregua con Solá.


Está planteada una campaña por la huelga general y la asamblea general de los estatales, uniendo a los obreros del Astillero con los trabajadores de los ministerios y la formación de un comité de huelga electo y responsable ante la asamblea.