Sindicales

13/1/2005|884

La Iglesia mete mano de obra infantil en los supermercados

(No docente - Facultad Ciencias Sociales


La Iglesia no sólo es responsable de encubrir el abuso infantil, de atacar las conquistas del movimiento de desocupados o de la censura de la muestra de León Ferrari.


 


Ahora pone al servicio de los supermercados mano de obra infantil, y de forma gratuita.


 


A través de un acuerdo entre las cadenas de supermercados y los “boys scouts” de diferentes congregaciones religiosas, se ven en estos días decenas de chicos apostados junto a las cajeras, parados por tiempo ilimitado, cargando las bolsas de los productos que compran los clientes, y esperando a cambio que alguien acceda a darles unas monedas como colaboración.


 


En el Carrefour de avenida La Plata, los chicos comentan que la plata es para hacer un campamento internacional en la provincia de Mendoza. Por cada chico, el costo del viaje sería de ¡550 pesos! Y, según los chicos, realizan ese “servicio” (así lo llaman) para recaudar el dinero.


 


Cuando le explicamos a uno de los chicos que el único servicio que brindan con ese trabajo es ahorrarle al supermercado pagar más sueldos y acelerar el tiempo que demandan las colas, una de las cajeras asintió claramente.


 


Las condiciones en que se encuentran los chicos son vergonzosas: parados junto a la cajera (en general son mujeres), me comentaron que la actividad no tiene un tiempo pautado y con el fin de juntar el dinero necesario para hacer el viaje eclesiástico, algunos chicos llegan a quedarse 12 horas ahí parados.


 


En este desatino, la burocracia del Sindicato de Comercio juega un rol cómplice de la patronal y de la Iglesia.


 


Este tema podría ser mucho más desarrollado.


 


Nosotros defendemos que los chicos deben poder comer, jugar, estudiar y por supuesto formar parte del desarrollo de una nueva sociedad. A partir de la realización de tareas en las que lo gratificante para un chico sea ver el fruto de su trabajo, en el arte, la técnica y la ciencia.


 


Por otro lado, la Iglesia vuelve a mostrar su costado de bisagra fundamental del capitalismo.


 


Defendamos a nuestros chicos, alejándolos del yugo de la Iglesia católica, dándoles el ejemplo de lucha que necesitan para no dejarse doblegar. En esa tarea histórica los trabajadores que se organizan frente a la desocupación y el hambre son un ejemplo fundamental para las futuras generaciones.