Sindicales

25/8/1994|426

La lucha continúa

El jueves 18 los docentes cordobeses hicieron su séptimo paro en lo que va del año y el cuarto desde el inicio de las clases después del receso de invierno.  El hecho pone de manifiesto la stuación de catástrofe que vive la educación cordobesa.  La lucha docente es el resultado de los miserables salarios, del deterioro creciente de los edificios escolares, de la caída del presupuesto educacional (agravada por el traspaso de las escuelas nacionales), de la ofensiva gubernamental contra las condiciones laborales (limitación de las licencias, reducción de las suplencias, aumento de alumnos por docente, “aprietes” a maestros y personal directivo, etc.)


La tenacidad de la lucha docente ha colocado en todos los medios de comunicación el debate sobre la situación de la educación, revelando que la disconformidad trasciende el aspecto gremial.  El gobierno contragolpeó pasándole la pelota al gobierno nacional que no envió fondos junto con las escuelas traspasadas e invitó a la dirigencia gremial a que interceda frente al gobierno de Menem para que éste gire los fondos.  No es la misma política que tuvo con los constructores y propietarios del futuro Sheraton de Córdoba que fueron premiados por la instalación de un hotel 5 estrellas con una fabulosa exención impositiva.  Ni la que adoptó al adherir a las exenciones impositivas fomentadas por el Pacto Fiscal de Cavallo.  Como la negativa a satisfacer los reclamos no sirvió para disminuir la contundencia de los paros, Angeloz recurrió a descontar los días de lucha, jugándose así al desgaste de la misma.


Pero el problema fundamental que hoy afronta la lucha docente no reside exactamente en la política gubernamental, sino en la de los trabajadores.  La dirigencia de UEPC no tiene ninguna perspectiva para esta lucha y está también jugada al desgaste.  Después de un contundente paro de 48 horas el 25 y 26 de julio pasados y del unánime acatamiento al del 2, la burocracia resolvió un paro de 24 horas.  Mientras agita el descuento de los días de paro para no profundizar la lucha.  Es sintomático que el gobierno y Grahovac hayan tenido la misma lectura del paro del 18: “disminuyó por los descuentos”, sin que ninguno pudiera decir en cuánto, cuando este paro fue acompañado por una masiva y combativa movilización.  La burocracia quiere que los docentes marquen el paso en el mismo lugar, con un paro de 24 horas cada veinte o treinta días y paros de dos horas en el medio; la dirigencia de UEPC aspira a llegar a las vacaciones de verano sin que le “reprochen” falta de voluntad de lucha.


Está planteada la profundización del plan de lucha, lo que lleva indefectiblemente al paro por tiempo indeterminado, única forma de forzar al gobierno a dar satisfacción a los reclamos.  La dirección de Grahovac no resulta confiable para ir a fondo en la lucha, esto es lo que se plantea en el debate cotidiano en las  escuelas.  Una asamblea general del magisterio debe tomar en sus manos el plan de lucha, sacarlo del debate cerrado de las asambleas de delegados departamentales, que en su mayoría responden a la burocracia y que fueron elegidos hace un año junto a la directiva.