Sindicales

3/4/1997|533

La lucha demostró que se puede frenar a la patronal

El 20 de febrero los trabajadores de Metrovías pararon masivamente ante el despido de tres compañeros. La empresa les quiso cargar la responsabilidad por un accidente. Un mes después, conciliación obligatoria mediante, el conflicto se cerró. Dos compañeros “arreglaron”cobrando la indemnización, mientras que el tercero reincorporado, fue sancionado con 15 días de suspensión por ‘responsabilidad’ en el‘accidente’.


El paro, que había arrancado desde la línea E y sumado al resto de las líneas, exigía la reincorporación incondicional de los despedidos. Los trabajadores querían frenar, con su acción directa, la sucesión de despidos y atropellos de la patronal de Benito Roggio.


En oportunidades anteriores los despidos habían pasado, debido a la complacencia de la dirección de la Uta y a la debilidad del cuerpo de delegados, ganado a la idea, en gran parte que la política de “flexibilización” era imbatible. Entre ellos, un sector influído por la política del Mas —profundamente derrotista en su apreciación de la situación del movimiento obrero—, suele terminar coincidiendo con la política de conciliación de la burocracia de la Uta. Esto, a pesar que una significativa asamblea de 200 trabajadores, de las distintas líneas, meses atrás, había votado frenar con un plan de lucha los despidos y el plan de “tercerización” patronal. Allí se eligió una comisión del cuerpo de delegados, para que iniciara entrevistas directas con la empresa llevando los reclamos obreros.


En el último conflicto, la mayoría del cuerpo de delegados tampoco se puso a la cabeza. Dejó pasar, sin oposición, una conciliación obligatoria, urdida por la patronal y el Ministerio de Trabajo para enfriar la lucha, tras un inicio con inusitada fuerza. Después, no sacó ninguna resolución práctica para organizar el movimiento y, menos, para preparar una respuesta, en el caso de que a la finalización de la conciliación quedaran compañeros despedidos. En contraste varias asambleas de línea votaron salir al paro si se daba esa variante. En tanto, la presión patronal y la incertidumbre sobre el futuro del conflicto crearon las condiciones del “arreglo” individual de dos despedidos.


El resultado más valioso del conflicto es que entre los trabajadores se creó la conciencia de que con la acción directa y la unidad se puede parar a la patronal. Como parte del balance hay que impulsar la consigna de paro y asamblea frente al primer despido. La necesidad de contar con un funcionamiento regular del cuerpo de delegados, que rinda cuentas a los trabajadores. El nombramiento en asamblea de una Comisión Interna, capaz de llevar ante la patronal un pliego de reclamos. Los reclamos ya surgieron de las asambleas de línea durante el conflicto: 6 horas de trabajo por insalubridad, cese de las rotaciones arbitrarias, de las sanciones y los exámenes sicotécnicos al servicio de la descalificación y el despido de trabajadores. Ningún pase a contratistas bajo pretexto de “tercerización”, lo que no es más que un pretexto para rebajar salarios e imponer condiciones de flexibilización laboral. Paritarias.