Sindicales

25/5/2018

La lucha en el subte, en una nueva etapa

La dura represión a los trabajadores del subte en la línea H y el paro total que le siguió, hasta que liberaran a los obreros presos, abrió una situación nueva en el conflicto.


El dispositivo represivo no fue una acción aislada ni de rutina. Acompañado de una campaña mediática a saturación por parte de las cuevas de comunicación macrista contra los “metrodelegados”, señaló el inicio de un plan organizado y sistemático para quebrar a los luchadores del subte: “la solución final”. Mucho se destacó, como prueba de premeditación, el hecho de que la represión comenzara cuando la medida de fuerza estaba casi finalizada y que incluyera una verdadera cacería y encarcelamiento de delegados y activistas en los túneles. Tras esto, se produjeron las declaraciones del jefe de gabinete porteño anunciando nuevas sanciones (ya hay más de 150) y causas penales; amenazas de despidos e incorporación de carneros para reemplazar a los huelguistas. Rodríguez Larreta remató el mensaje político declarando que el sindicato del subte es “ilegal”, una aberración ya que es una organización con inscripción gremial y con todas las atribuciones correspondientes, pero sobre todo una intromisión despótica en la libre determinación de los trabajadores sobre su propia organización.


Se trata, entonces, no de una escaramuza más, sino de un plan de vasto alcance, como parte de la política más general del gobierno, para liquidar a las organizaciones obreras díscolas y opositoras a la burocracia. Nada más claro que la provocación de dejar afuera de las paritarias a la AGTSyP y firmar el acuerdo salarial con la UTA, que no llega ni a un 20% de los afiliados que tiene la primera. Los medios informan que grupos ingleses, franceses y Eurnekian se encuentran interesados en la nueva concesión del subte, pero ponen entre sus condiciones reducir a la mitad el personal y acabar con “la alta conflictividad gremial”. En pocas palabras, es el gran capital y las condiciones del FMI las que hablan por boca el régimen macrista y su policía. Este es el cuadro que condiciona esta nueva etapa de la lucha del subte. Próximas medidas de fuerza deben contar con que el gobierno va a reproducir la conducta del martes 22.  


Como contrapartida, debe decirse que el paro total que arrancó la libertad de los detenidos tuvo una unanimidad y una fuerza que obligó al gobierno a acelerar los trámites. Su propia  convocatoria surgió por el clamor del activismo de las líneas, que se contrapuso a ciertos llamados a la moderación. La detención de Segovia, secretario adjunto, no dejó margen para otra conducta. 


En este cuadro se reunió el plenario de delegados el miércoles 23. Los delegados de la Agrupación Naranja, caracterizando la profundidad del ataque, plantearon que la apertura de molinetes como medida ha quedado superada y propusieron la  convocatoria a una Asamblea General que organice un plan huelguístico de medidas crecientes hasta la huelga general. Y la convocatoria desde la AGTSyP de un congreso de bases de sindicatos opositores para encarar un plan común de acción.


La conducción, en cambio, hizo un planteo que retrocede a las primeras medidas, tomadas hace un mes: aperturas de molinete, de a una línea por vez, sin paro que, dijeron, es una medida de último recurso. Y rechazó también la asamblea general, con argumentos banales. Semejante retroceso ante una guerra anunciada sólo puede explicarse por una profunda convicción de que el régimen permitirá conservar el espacio que “ocupa” AGTSyP, coexistir con la UTA – como hasta ahora – y, eventualmente, llegar a octubre de 2019. 



Se trata de una ilusión reaccionaria. La capitulación provocará una desmoralización generalizada en la combativa base del subte y el ensañamiento del enemigo, que va avanzar con mayores provocaciones y arrebato de conquistas. En el plenario de marras, llamó la atención que los delegados presentes no reflejaron la posición combativa de la base que garantizó el fortísimo paro del día previo. Incluso la oposición Bordó – Violeta (PTS + K disidentes), apareció fuertemente adaptada a la postura derrotista de la Comisión Ejecutiva. La Naranja promoverá una campaña en favor de un plan de lucha de rechazo a la ofensiva oficial y la auto convocatoria de activistas  y delegados dispuestos a la defensa de las conquistas históricas de los luchadores del subte.