Sindicales

30/4/2003|798

La lucha…

La “justicia” patronal


Se trató de un operativo clandestino decretado por la “justicia”. Ya en dos oportunidades anteriores, la fábrica había sido desalojada por la policía, pero frente a la reacción obrera y popular, el juez Velásquez volvió a permitir la reocupación obrera de la misma.


Dicho juez sacó en su momento un fallo donde – ante el vaciamiento patronal y la firme defensa de la fuente de trabajo por los trabajadores – consideraba “que no correspondía desalojarlos porque su vida estaba por encima de los intereses de propiedad que invocaban los Brukman” (Página/12, 24/4).


Pues bien: para llevar adelante el desalojo, la “justicia” le sacó el expediente al juez Velásquez y hasta cambió a éste de función (trasladándolo a un juzgado de menores), y pasó las actuaciones al fuero criminal y al juez Jorge Rimondi. Este último preparó un plan de guerra contra los trabajadores:


• el desalojo se debía realizar “bajo secreto de sumario”, es decir en forma clandestina, sin derecho de defensa;


• con realización de previas “tareas de inteligencia”, es decir de espionaje policial para ver el momento oportuno para la acción represiva.


A diferencia del anterior fallo de Velásquez, Rimondi dejó expresa constancia de que “no hay supremacía de la vida y la integridad física frente a los intereses económicos” (sic).


Fue un verdadero complot contra los trabajadores.


 


La reacción obrera y popular


La reacción de los trabajadores de Brukman, del movimiento piquetero y de numerosas organizaciones populares fue cercar el cerco policial.


A pesar de la lluvia, el viernes a la tarde había unos 4.000 compañeros rodeando la fábrica. Se comenzó una “vigilia obrera”. El domingo, nuevamente se congregaron más de un millar de compañeros. Y el lunes se produjo la gran marcha piquetera: cerca de 10 mil compañeros frente a la fábrica. La policía tenía órdenes anticipadas de reprimir, a partir de las 17 horas. Había armado un plan con un verdadero ejército policial, carros hidrantes, de asalto, motociclistas establecidos en las calles adyacentes, guiados por helicópteros.


Se produjo una fuerte persecución policial que convirtió al barrio de San Cristóbal y adyacentes en un campo de batalla y resistencia, con corridas y gaseadas policiales. El resultado fue una cincuentena de compañeros heridos, atendidos en los hospitales de la zona y 130 detenidos en las comisarías. Las persecuciones policiales llegaron hasta el Hospital Garrahan, distante a 25 cuadras de Brukman. Se hizo una cacería especial de piqueteros. Los gendarmes tenían órdenes de buscar especialmente a los que llevaban gorritas y pecheras que evidenciaran su pertenencia a movimientos piqueteros. Es que fue de los piqueteros que surgió la resistencia más firme a la prepotencia policial.


La solidaridad se evidenció esa noche, cuando centenares de compañeros se congregaron frente a la Comisaría 8ª y otras de la zona, hasta que fueron liberados todos los compañeros detenidos.


La policía copó la barriada.


Al día siguiente, martes 22, se realizó una multitudinaria marcha de alrededor de 20 mil compañeros. El Bloque Piquetero, con grandes columnas de miles de compañeros, luego de concentrar frente a la valla de Belgrano y Jujuy, marchó hacia el Congreso para protestar contra la represión y reclamar el retiro del “gheto” policial.


El miércoles 23 ya estaba instalado un acampe en la nueva valla de Belgrano y Jujuy.


Los vecinos de San Cristóbal reclamaron de diversas formas el retiro policial de la zona. El colegio técnico de Independencia y Jujuy dejó de dictar clases y pidió que se fuera la policía de la zona; lo mismo sucedió con los padres de la escuela primaria Correa – a un centenar de metros de Brukman – y la primaria Paul Groussac, de Catamarca y Belgrano. Comerciantes y vecinos reclamantes, comenzaron a organizarse.


Esto llevó a que el jueves a la madrugada fuera levantado el cerco policial al barrio, aunque fue reemplazado por otro fuerte dispositivo policial sobre el frente de la fábrica.


Nuevamente, las delegaciones populares y manifestaciones se sucedieron frente a la “vigilia obrera” en solidaridad con la lucha por la recuperación de Brukman. Al cierre de esta nota se iba a realizar un gran festival de la Fuba (Federación de Estudiantes Universitarios) que se postergó para el miércoles 30, debido a una copiosa lluvia.


 


La necesidad de encarar la lucha por la expropiación


Los obreros de Brukman y todas las organizaciones militantes que apoyan su lucha coincidimos en la necesidad de un plan de lucha que logre echar a la policía, que la fábrica sea retomada por los trabajadores, expropiada y entregada a la gestión directa de sus trabajadores.


Ha pasado una semana, pero la patronal no ha logrado “normalizar” la situación. La fábrica sigue copada por la policía. La patronal ejerce un fuerte “lobby”. La lucha por la expropiación es una lucha, política, de masas, de movilizaciones y ocupaciones.