La UOM y las cooperativas

¿Qué está pasando en las cooperativas metalúrgicas que se crearon como respuesta al vaciamiento de empresas?


En Prestolite Indiel -La Matanza-, la fábrica sigue parada y está suspendida en un limbo -incluso legal. Los compañeros se las tienen que arreglar con ingresos de indigencia. "En la actualidad, los trabajadores reciben ayuda de un organismo que agrupa a las cooperativas, el que les entrega tickets que pueden utilizar en supermercados." (Noticias, La Matanza, 7/7). Las promesas de ayuda para reactivar la planta por parte del Estado han quedado en la nada. La cooperativa está sujeta a negociaciones en la búsqueda de un comprador. Entretanto, se refuerzan condicionamientos leoninos. "Uno de los puntos más preocupantes es que para la conformación de dicha cooperativa, los mismos trabajadores son los que deberán ingeniárselas para saldar las deudas dejadas por los dueños" (ídem).


En Mecca Castelar, se está trabajando muy poco, apenas al 5% de la capacidad productiva de la fábrica. Los compañeros se limitan a rotar en el trabajo y vienen cobrando entre 400 y 500 pesos por semana. Les han dado la orden de tramitar el monotributo. Se han negado, naturalmente, pues este cambio los condena a conformarse, definitivamente, con la jubilación mínima.


Peor aún es el panorama de RBI (ex Bosch), en San Martín. Ha quedado un número reducido de compañeros, quienes custodian las máquinas para evitar un vaciamiento. La UOM de San Martín hostiliza la formación de una cooperativa, en complicidad con la patronal. La burocracia apeló a la barrabrava de Chacarita para intentar desalojar a los trabajadores, pero los compañeros retomaron el control de la fábrica. La UOM nacional ha tomado distancia de la acción de la seccional, pero la ex Bosch sigue colgada de un pincel.


Replanteo


La UOM había pretendido defender los puestos de trabajo en estos casos, aceptando suspensiones, rebajas salariales, mayor flexibilidad laboral y el empeoramiento de las condiciones de trabajo. Ese "canje", sin embargo, no sirvió para frenar los despidos, ni los vaciamientos y cierres. Luego recurrió a las cooperativas para desactivar los conflictos y para tirarle el muerto a los trabajadores. Está claro que emprendimientos de esta naturaleza tienen que venir acompañados de recursos y de un plan de reactivación. Estas plantas venían funcionando como autopartistas de las terminales. Esto es inseparable de un involucramiento directo del Estado, en el cual el control de los trabajadores debe ser determinante. Un espejo donde mirarse lo constituye la empresa de cuero de Cidec, en Morón, cuyos trabajadores han salido a la calle a enfrentar los despidos promovidos por el propio sindicato.


La conclusión está al alcance de todos: es necesario un cambio de rumbo de 180 grados en la UOM y en el conjunto del movimiento obrero.