Sindicales

10/8/1994|425

La Utpba se ahorca con su propia soga

Como si fuese una empresa publicitaria más, el sindicato de los trabajadores de prensa (Utpba) acuñó en los últimos tiempos tres sloganes con los que inundó las calles de la Capital y el Gran Buenos Aires a través de afiches multicolores: “La peor opinión es el silencio”; “1994, Año de la Comunicación”; y “la gente existe”.


Bastó, sin embargo, que los 100 mil trabajadores que colmaron la Plaza de Mayo el 6 de julio, en la Marcha Federal, aclamaran el paro general, para que a la Utpba se le atragantaran sus propias consignas. Porque frente al paro del 2 de agosto, la Utpba se calló olímpicamente la boca y se olvidó del año de la comunicación y hasta de la propia existencia de la gente.


No solamente no convocó a un plenario de delegados para organizar la medida… ¡ni siquiera sacó una triste circular de adhesión al paro! Porque el comunicado que llegó a unas pocas empresas, escasas horas antes del 2 de agosto, no puede ser considerado de adhesión, salvo que lo sea llamar a “respetar la cobertura de la medida”, es decir, ir a trabajar. O sea, carnerear.


La conducción de la Utpba, además, se lavó las manos por las represalias que pudiesen tomar las empresas contra los trabajadores que parasen. Para eso dispuso que la “‘adhesión’”“se cumpla con la modalidad que adopte cada rama”, cuando todo el mundo sabe que la organización por ramas es inexistente.


Conclusión: en muchas redacciones, el propio 2 de agosto, la gente se preguntaba qué posición tenía la Utpba frente al paro.


Así las cosas, salvo en Página 12, donde hubo una asamblea que resolvió parar, en las demás empresas periodísticas se trabajó.


El fracaso del modelo… de la Utpba


Para terminar de estirar la soga alrededor de su propio cuello, el mismo día del paro nacional apareció, en Página 12, una columna firmada por Néstor Piccone, secretario adjunto de la Utpba, en la que no decía nada sobre la medida en su propio gremio, lo que no le resultó un obstáculo para afirmar, en forma realmente insólita, que “La opción de parar nace de una visión de la realidad que exige otro camino”. Parecería, entonces, muy claro que la Utpba no quiere ir por otro camino, dada su absoluta falta de voluntad y convicción de parar (actitud que ya tiene un antecedente en la carnereada del 9/11/92, cuando la CGT llamó al primer paro nacional que se realizó bajo el gobierno menemista).


Por otra parte, tanto el tema de la “jubilación privada” como el del avance de la “flexibilidad laboral” en prensa (CUIT, autónomos, etc.), demuestran que la Utpba sabe adaptarse perfectamente bien a la realidad de la Argentina menemo-cavallista.


Lo más interesante de todo es que la nota firmada por Piccone se titula “El fracaso del modelo”, cuando el propio Picone pregonaba hasta meses atrás que “el modelo neoliberal” era “imparable”, por lo cual, sostenía, la única política “racional” era negociar con las patronales el “modelo de ajuste”.


“El fracaso del modelo” menemista arrastra al fracaso al “modelo” político sindical de la Utpba de atomización y parálisis del gremio, lo que se verificó prácticamente en la jornada del 2.


La campaña de la Lista Naranja


La Lista Naranja de Prensa impulsó el paro a través de volantes (ver recuadro) y la organización de una radio abierta, el mismo 2 de agosto, en Perú y Avenida de Mayo, que a pesar de la lluvia inclemente sirvió para reagrupar a compañeros de cuatro importantes empresas. La lucha por una nueva dirección, que emerge como tarea práctica a partir de la Marcha Federal y el paro del 2, incluye superar a la dirección impotente y entregada de la Utpba.