Sindicales

23/9/1998|601

La victoria a lo Pirro de Maffei

La burocracia de Ctera ha sido relativamente tímida a la hora de reivindicar su victoria en las elecciones docentes, pero aun así se jacta de haber obtenido un triunfo plebiscitario con el 70% de los votos. No menciona que, sobre 180.000 afiliados y 600.000 docentes, sólo votaron 54.000, pero ni siquiera esto es lo fundamental. Lo fundamental es que la burocracia se benefició de una campaña mediática sin paralelo en la historia del gremialismo, que prácticamente llevó a que el país, y no solamente los docentes, llegaran a confundir a la burocracia del gremio con la propia docencia e incluso la educación. Desde el clericalismo liberal de Grondona hasta todas las variantes de la izquierda democratizante, pasaron por la Carpa todos los que querían ver, como aquellos que querían ser vistos y, además de todo el mundillo del espectáculo, artístico como deportivo, hasta vinieron a visitarla desde el exterior por quienes creían que los ayunantes eran las Madres revividas o una segunda versión de la ronda de la Plaza de Mayo. Incluso las torpes agresiones de Corach o Menem llevaron agua al molino de esta burocracia que, según confesó luego, en un programa televisivo de Morales Solá, presidió sin chistar la completa violación del Estatuto del Docente y la caída del piso salarial a los niveles del ‘plan Trabajar’.


La lista de la Maffei, tampoco debe olvidarse, representa políticamente a la Alianza, que lidera la intención de votos en el país y contó con el apoyo de los aparatos estatales del radicalismo. Más que esto, importa todavía señalar que ha sido apadrinada por el Estado y por la Iglesia en un proyecto de incentivo docente, que una masa del gremio cree que le va a aportar un aumento salarial. Cuando descubra que ese proyecto prevé la flexibilidad laboral y, en lugar de un aumento salarial, una propina, seguramente tronará el escarmiento.


Cuando se tiene en cuenta todo esto, es significativo que los votos opositores hayan mantenido su nivel del 25-30%, con el agregado de que uno de los componentes de esa oposición, la lista Granate, retrocedió en todos los distritos del Gran Buenos Aires (salvo Quilmes), dejando a la clasista Rosa como la verdadera alternativa a la burocracia. Si no fuera por su votación en Neuquén, donde los agrupamientos Granate controlan los aparatos sindicales del interior y de la capital de la provincia, la Granate hubiera salido barrida del escenario sindical.


La Rosa ganó Santa Cruz, donde enfrenta la furiosa hostilidad del gobierno, ya que el sindicato docente provincial encarna la oposición política a Kirchner, con el 80% de los votos; también ganó en La Rioja con el 88% y en Catamarca con el 90%. En Salta, sólo un escandaloso fraude permitió a la burocracia presentar un resultado de 600 votos contra 400. En Neuquén, el registro Rosa fue del 14%, que llega al 22% en la capital y en Cutral-Co.


Con todo lo que esto representa, lo más importante, sin embargo, es el aumento del 50% de los votos que la Rosa obtuvo en la Provincia de Buenos Aires; pasó del 11 al 16%. Pero, en La Matanza, creció casi el 60% y, en Lomas de Zamora, el 100%.


Cuando se tienen en cuenta las enormes hipotecas que la burocracia de Maffei ha contraído con el Banco Mundial y con Menem, y cuando se contabilizan además, las contradicciones y miserias por las que aún debe pasar el proyecto de incentivo, resulta claro que los datos electorales se esfumarán como capital político para esta dirección y que, en cambio, se potenciarán para la oposición clasista, siempre y cuando ésta entienda que su lucha recién comienza.