Sindicales

14/9/2022

Después de la elección del 7 de septiembre

La vigencia del clasismo y una breve historia de la burocratización de la Ctera

Ctera.

La reciente elección de Ctera tiene todas las características de un fin de ciclo. La otrora poderosa confederación docente, que nació peleando contra la dictadura de Lanusse -50 años atrás- es hoy un aparato inerte y de espaldas a la docencia. Vaciada de luchas, la paupérrima concurrencia a votar el pasado 7 de septiembre posiblemente sea la más baja de toda su historia. Esto es el resultado de una deliberada desmovilización pero también un reflejo de la desconfianza que provoca en la base docente una dirección burocrática integrada al gobcteraierno del Frente de Todos.

La conducción celeste de Ctera aisló hasta donde pudo las enormes huelgas provinciales de este año y entregó el salario de la docencia que está sumergida por debajo de la canasta de pobreza. El fracaso de la Celeste, que pretendía manipular el resultado electoral como un plebiscito de apoyo al kirchnerismo, lo tipifica Sonia Alesso, secretaria general de Ctera, derrotada en Amsafe Rosario, la seccional más grande de su patria chica santafesina.

Una burocracia de Estado

Este proceso de burocratización fue dominando la vida de la Ctera desde mediados de los ochenta hasta el presente. La dirección celeste carga sobre sus espaldas con la entrega de la gran huelga nacional del 88 en épocas de Alfonsín. Una traición que la vanguardia docente de esos años recuerda en su exacta dimensión como la “garceatada” ( por su dirigente Marcos Garcetti) y que marcó un antes y un después para la Ctera. También con Alfonsín nacería el Suteba en la provincia de Buenos Aires, previa disolución forzada, caza de brujas del activismo antiburocrático y expulsiones de organizaciones de base.

El desarrollo de Tribuna Docente como agrupación clasista a escala nacional estuvo ligado a la lucha y delimitación con la burocracia peronista de la Ctera y de independencia política frente al gobierno de la “democracia”. Los aportes teóricos compilados para el Congreso Educativo que convocó el alfonsinismo tienen una extraordinaria vigencia porque denuncian a la llamada “educación permanente” (caballito de batalla también del nacionalismo burgués) como una tendencia mundial del capitalismo a descalificar y privatizar la educación.

Bajo el menemismo, la Ctera con Mary Sánchez y Yasky rechazaría luchar por la derogación de la reaccionaria Ley Federal, limitándose a pedir un “mayor financiamiento”; una subordinación al peronismo liberal de Carlos Menem a quien la Celeste había votado en el 89 comprando el verso del salariazo, la revolución productiva y las patillas de Facundo Quiroga.

La corriente que identificamos hoy con Hugo Yasky acompañó al peronismo en todas sus volteretas, incluido el menemato, para irse después con Bordón y la Alianza de De la Rúa. Pero además, la Ctera convalidó la transferencia menemista de las escuelas a las provincias como parte del ajuste fiscal sobre la educación pública. Las carpas blancas de entonces hacían eje en la ley de financiamiento, mientras dejaban correr las contrarreformas educativas. Al día de hoy Ctera y la Celeste siguen rechazando la renacionalización del sistema educativo, por la que lucha Tribuna Docente, mientras aceptan la fragmentación educativa y salarial.

Destrucción de los salarios y políticas fondomonetaristas

La pretensión de que las desigualdades salariales en las provincias se resuelven con la “paritaria nacional” fue y es simplemente una estafa. Por el contrario la Ctera se sumó a la destrucción de los salarios básicos que dejaron de ser la referencia del salario docente, achatando la escala salarial y reventando las jubilaciones docentes. Para disimular esta liquidación del salario básico, Baradel y compañía pasaron a informar los aumentos salariales “por media jornada”, desconociendo el Estatuto del Docente y la jornada de trabajo histórica de la docencia, que incluye la intervención en el aula y la formación diaria para ejercerla.

Las políticas que avala la dirección de la Ctera son el abc de todos los programas fondomonetaristas y sus “reformas educativas” al servicio del capital. Ctera es sponsor nacional y popular de la educación para “el trabajo”, que bajo el régimen capitalista significa precarización laboral, descalificación de la enseñanza y “adelgazamiento” de contenidos, como declaró Alberto Sileoni, actual ministro de Educación bonaerense de Kicillof y exministro nacional de Cristina, en su segundo mandato.

El llamado mundo del trabajo que invoca la Ley Federal y provincial de Educación es la injerencia privatista de las patronales en las escuelas, el direccionamiento de los contenidos (recortados) hacia un entrenamiento laboral efímero y descalificado, y las habilidades blandas para disciplinar al futuro trabajador. Tribuna Docente elaboró una crítica sistemática a este copamiento capitalista del proceso educativo que la Celeste de Ctera presenta como una vinculación con el mundo del trabajo.

De la Alianza al kirchnerismo y al Frente de Todos

En esta resumida historia de integración al Estado, los dirigentes celestes de la Ctera apoyaron a la Alianza de De la Rúa e integraron sus listas en 1999, como lo hizo buena parte del centroizquierdismo sindical, un anticipo de lo que después se autodenominaría el “sindicalismo posible”. La burocracia era entonces una ferviente admiradora de Lilita Carrió. El Argentinazo encontró a la Ctera, entonces integrante de la CTA única, guarecida en sus locales para “no hacerle el juego a Duhalde y a la derecha”. Así consideraban brutalmente a la extraordinaria rebelión popular que tumbó al gobierno de De la Rúa y Cavallo. Recordemos de paso que los Kirchner calificaron a Menem en los 90 como el mejor presidente argentino de la historia.

Fue con el kirchnerismo en el gobierno que la Ctera terminó por acoplarse por entero al aparato estatal: la primera manifestación de esta integración fue el apoyo entusiasta a la “nueva Ley Federal”, una reconvención de las leyes menemistas que mantenía como premisa la aceptación de la llamada escuela “pública” de gestión privada, incluyendo en esta a la enseñanza doctrinaria clerical.

Los lazos con la Iglesia colocaron a la dirección de Ctera en la vereda de enfrente de la lucha por el aborto legal en los Encuentros de Mujeres hasta bien entrado el macrismo. Era habitual escuchar a sus dirigentes criticar a Tribuna Docente acusándola de dividir al “campo popular” por sus críticas a las iglesias, que cumplían según decían una función social. Luego la Ctera giraría junto con CFK que se colgó el pañuelo verde de compromiso y como maniobra electoral del “hay 2019”.

La “paritaria docente nacional” que reivindica la Ctera siguió los vaivenes de las políticas burguesas de ajuste al punto tal que Sonia Alesso saludó la convocatoria que hizo, a principios del 2016 Esteban Bullrich, el primer ministro de Educación de Mauricio Macri. Antes, con Cristina como presidenta, habrían llovido los decretazos sobre los salarios, ignorando las paritarias nacionales, amén de descalificar públicamente a las huelgas docentes en la mismísima apertura de sesiones en el Congreso. La “Jefa” despotricó contra los docentes en uno de los discursos más reaccionarios del kirchnerismo.

Lo que Yasky, Alesso y Baradel llaman paritaria nacional docente es en verdad una convalidación de los montos salariales de miseria, la mayoría de los cuales están por debajo, incluso, de los salarios que se cobran en la mayoría de las provincias. Le ha servido sí a los gobiernos para condicionar las paritarias provinciales. Para los jóvenes generaciones de docentes, la Ctera es una cáscara vacía que no se movió en casi tres años de gobierno del Frente de Todos. La identifican con Roberto Baradel que cogestiona la precarización del trabajo de decenas de miles de docentes de los “programas socioeducativos”, una reforma laboral de hecho donde no rigen los derechos docentes ni sindicales.

El primer y único paro nacional en tres años llegaría recién un mes antes de las elecciones de septiembre de Ctera a raíz del procesamiento de Santiago Goodman, ex secretario general celeste de su organización de base en Chubut. La constante durante este 2022 fue la negativa de Alesso y Baradel a convocar al paro nacional y un plan de lucha para defender las huelgas provinciales que fueron acompañadas de movilizaciones multitudinarias de la docencia y la comunidad educativa. Primó la tregua con los Fernández y ahora con Massa, un hombre de embajada yanki.

La Celeste tiene por (in) conducta la paz social que ahora proclama el ministro de Economía contra las huelgas y reclamos. Yasky lo dijo sin vueltas cuando puso por delante la defensa de Cristina a la lucha por salario y otras reivindicaciones de la docencia.

¿Adonde va la Ctera?

La permanencia de la Ctera en la CTA de los “Trabajadores” pende de un hilo. Quiénes se presentaban en los 90 como la encarnación de un sindicalismo no empresarial anunciaron su voluntad por disolverse en la CGT de Moyano y los “gordos”. Si esto no se concretó aún es porque el aparato cegetista no quiere abrirle el juego a estos burócratas procamporistas y advenedizos. En la elección de la CTA Yasky de noviembre se dirime también el futuro de la Ctera como un aparato y campo de maniobras fraudulentas a la usanza de la CGT. La consigna rectora de la campaña de Tribuna Docente en la elección del 7 de septiembre -“independizar a la Ctera del FMI y el gobierno”- sirvió para orientar a toda la Lista Multicolor y defender el frente único.

Hace rato que los congresos de la Ctera son una formalidad burocrática sin instancias de deliberación de la docencia. Los paritarios “sábanas” tienen la longevidad del senado romano, limitándose a poner el gancho a las paritarias en cuotas y a la baja. La propia elección del 7 de septiembre fue un truchaje de los datos y porcentajes de votación allí donde la Lista Multicolor no pudo fiscalizar adecuadamente. El fraude ha pasado a ser un método habitual para la confección de padrones y para arrebatar triunfos de la oposición como ocurriera en Suteba La Plata y recientemente en Suteba La Matanza.

La Ctera “cegetizada” es cada vez más una correa de la política de ajuste a la educación del peronismo fondomonetarista. Esta degeneración burocrática realza la lucha por la recuperación de la Ctera y por una organización sindical docente independiente del FMI y de todos los ajustadores capitalistas. Para Tribuna Docente, la elección de Ctera fue una batalla estratégica en el campo sindical y político con el nacionalismo burgués. De principios.

Quienes desertaron de esta lucha, y posiblemente vuelvan a hacerlo en noviembre cuando se vote en la CTA yaskista, se comportaron como kirchneristas vergonzantes. La construcción de un movimiento popular con banderas socialistas que entierre al nacionalismo burgués tiene un amplio campo de acción política en la docencia y en Ctera donde el clasismo polariza con la burocracia kirchnerista.