Sindicales

30/4/2003|798

Lapa para sus trabajadores

El mismo día en que se procedía al desalojo y la posterior represión brutal contra los trabajadores de Brukman, otra patronal huía como rata por tirante, luego de vaciar la empresa, Lapa, dejando a más de 800 trabajadores en la calle.


Pero Lapa ocupó las tapas de los diarios por la extraordinaria reacción de sus trabajadores, que iniciaron un plan de lucha que dejará al pasado conflicto de los trabajadores de Aerolíneas convertido en un poroto. Desde el inicio del lock-out patronal, los trabajadores de Lapa coparon con un campamento obrero las instalaciones del aeroparque metropolitano, cortaron sistemáticamente la avenida Costanera, se manifestaron frente a los canales de televisión, frente al Ministerio de Trabajo, hicieron una presentación judicial en defensa de su fuente laboral, impusieron un piquete de diez minutos en las pistas de aterrizaje que obligó al desvío de un avión de Southern Winds “que venía de Córdoba, amagó con aterrizar pero debió sobrevolar la zona unos minutos hasta que se despejó de gente” (Clarín, 23/4), y ocuparon la sede administrativa de la empresa “tomada por el personal de rampa, que acampaba desde la semana pasada en Aeroparque” (ídem, 25/4).


Lapa, la segunda aerolínea de cabotaje, paralizó sus vuelos el jueves santo, dejando a miles de pasajeros varados “por falta de combustible para poner en funcionamiento sus únicos dos aviones a raíz de un conflicto con Repsol-YPF” (Página/12, 18/4), que exigió el pago al contado del suministro ante el estado de quiebra de la empresa.


El presidente de Lapa, un testaferro del dueño de Aeropuertos Argentina 2000, Eurnekian, justificó el lock-out patronal y su propia renuncia al frente de la empresa por “las negativas condiciones del mercado aerocomercial para que la línea aérea sea rentable – altísimo costo del combustible, tarifas reguladas, negativa a compensar altísimos créditos fiscales, aumento de los costos en un 200 por ciento y de tarifas sólo en un 30 por ciento – , unidas al notorio resquebrajamiento de esta industria en todo el mundo” (La Nación, 22/4).


El estado de vaciamiento de la empresa – una de las más beneficiadas con la política de desregulación de la actividad aerocomercial de la década menemista – es escandaloso, al punto de haber desguazado dos de sus aviones y vendido las turbinas para conseguir efectivo a fin de cubrir el combustible hasta el momento del colapso.


El golpe de fuerza de la patronal de Lapa, en un momento clave como Semana Santa, tiene todo el objetivo de forzar al gobierno a su rescate, deshacerse de su deuda y presionar para el subsidio del combustible para las aeronaves – lo que representa el 53 por ciento de sus costos – . El gobierno procedió al salvataje de Lapa, aportando el combustible necesario para cubrir los vuelos comprometidos para el fin de semana largo, y trasladando los pasajeros a las compañías competidoras, a costa del Estado. Aerolíneas Argentinas, Southern Winds y American Falcon se hicieron cargo de los pasajeros de Lapa, cuyo costo fue asumido por el gobierno, cancelando créditos que estas empresas tienen con la Secretaría de Transporte por multas, tasas y aranceles pendientes de pago.


Todos en la cuerda floja


La europea Airbus le ha inmovilizado a Aerolíneas Argentinas una de sus principales aeronaves para tráfico internacional en el aeropuerto de Nueva York, por falta de pago del alquiler de cuatro aeronaves Airbus 340, por una deuda total de “12 millones de dólares que la aérea local contrajo entre mayo y diciembre del 2001” (Ambito, 23/4). A esto se suma el pedido de embargo del banco español Banesto “sobre dos Boeing 747”. Acerca de las consecuencias del embargo “hay quienes creen que los aviones no podrán seguir volando, lo que afectaría la operatividad internacional de la empresa” (Ambito, ídem). Para completar, Aerolíneas enfrenta otra crisis con sus acreedores externos que participan del concurso ya cerrado, al encontrarse éstos en el primer cobro, con que sus deudas habían sido pesificadas.


La salida al vaciamiento de Lapa plantea la inmediata estatización de la empresa, bajo gestión y control obreros, en el camino de colocar bajo dirección de los trabajadores toda la actividad aerocomercial en crisis. Ello significa el traspaso de todos los activos a los trabajadores, la inversión de capital para su desenvolvimiento de parte del Estado y bajo control obrero, la garantía de la continuidad laboral y del pago de los salarios a cargo del Estado hasta que la compañía pueda retomar su actividad, y el pasivo y las deudas a cargo de los patrones de Lapa, responsables de su vaciamiento.