Sindicales

6/10/2020

Las burocracias, las autoconvocatorias y las agrupaciones clasistas en Córdoba

Las grietas de la política de contención de las CGT y el rol de las organizaciones combativas.

En un cuadro de agresión capitalista creciente contra el movimiento obrero se abren paso procesos de autoconvocatorias y reagrupamientos de las y los trabajadores cordobeses, que escapan a la contención impuesta por la burocracia sindical. En una nota publicada recientemente en La Voz del Interior, el diario de mayor tirada de la provincia, se destacaba que “de las últimas 18 marchas por motivos laborales que se realizaron en la capital provincial, solo una obedeció a los gremios que están dentro de las organizaciones del peronismo”. Esta última hace referencia la caravana convocada por la Unión de Educadores de la Provincia de Córdoba (Uepc) contra recortes jubilatorios; pero incluso dicha iniciativa apareció como una reacción tardía para golpear sobre la asamblea que agrupa a la oposición docente, y neutralizar sus medidas de lucha.

El dato da cuenta de un profundo proceso de deliberación y organización, acicateado por los ataques antiobreros de los gobiernos de Juan Schiaretti y el intendente capitalino, Martín Llaryora. Para las conducciones de las CGT’s, tanto la dirigida por el schiarettista José Pihen (secretario general de Empleados Públicos) como la kirchnerista de Rodríguez Peña, se hace cada vez más cuesta arriba mantener el pacto social, producto de su integración al peronismo que hoy gobierna la nación, la provincia y la capital cordobesa. Es así que en diez meses de parálisis de la burocracia, crecieron desde las bases procesos de movilizaciones, en muchos casos de características masivas.

Córdoba fue escenario de importantes movilizaciones de repartidores que convocaron a la juventud precarizada; concentraciones autoconvocadas de trabajadores de limpieza; acciones de trabajadoras de casas particulares; concentraciones de trabajadores de call center; numerosas instancias de lucha de las maestras y docentes sin cargo organizadas por asambleas de la oposición docente; cabildos abiertos y movilizaciones de las agrupaciones de jubilados; cortes, marchas y concentraciones de trabajadores en diferentes dependencias estatales; asambleas autoconvocadas y concentraciones de trabajadores de Conicet y docentes universitarios; y grandes movilizaciones de los trabajadores del transporte y municipales cordobeses arracadas desde las bases. A esto se debe sumar las luchas libradas por los sindicatos clasistas: el Sutna, el Sitram (municipales de Jesús María) y la UTS (Unión de Trabajadores de la Salud); y las masivas movilizaciones del movimiento piquetero independiente protagonizadas por el Polo Obrero y el MTR, que confluyeron en las tres importantes jornadas llevadas adelante por el sindicalismo combativo en la provincia.

Se agrieta la contención burocrática

Las luchas de los municipales cordobeses y de los trabajadores del transporte urbano contra los despidos encubiertos, en defensa de los salarios y los convenios colectivos conmovieron a la provincia en los primeros meses del aislamiento obligatorio. Sin embargo, esto no motivó siquiera un pronunciamiento de apoyo de ninguna de las CGT’s, a pesar de que ambas luchas sufrieron represiones e imputaciones de trabajadores y de comisiones directivas por parte del gobierno. Las conducciones del Suoem (municipales de la capital) por un lado, y de la UTA por el otro, se vieron obligadas a salir a las calles empujadas por las asambleas en dependencias municipales y puntas de línea, pero siempre con una política que apuntaba a contener los conflictos.

En una y otra lucha, el rol de la oposición antiburocrática fue decisivo. Mientras jóvenes choferes se organizaron de manera autoconvocada, imponiendo un ritmo de lucha y movilización a la conducción de la UTA, la intervención de activistas de las reparticiones y de la Lista Fucsia del Suoem logró empalmar con una fuerte disposición a la lucha del resto de los trabajadores municipales, que puso en jaque más de una vez los intentos de la burocracia de dejar pasar los ataques.

Un proceso similar se desenvolvió en la docencia de la provincia, donde la oposición organizada en asambleas impuso una dinámica de movilización que empujó a la conducción de Uepc a improvisar una serie de medidas de contención. Aun así, el accionar sistemático de la oposición junto a las y los docentes sin cargo impusieron triunfos parciales obligando a convocar a cubrir horas a cuentagotas.

El caso más emblemático de la frágil contención de la burocracia peronista se plasmó frente al brutal robo a los jubilados de Schiaretti. La reforma previsional, aprobada en la Legislatura ante la total pasividad de la CGT, despertó el repudio generalizado de los estatales cordobeses. La jubilación anticipada del propio José Pihen, para evitar el alcance de la reforma, expuso groseramente la complicidad de las centrales obreras provinciales con la política antiobrera del PJ provincial. Sin embargo, ante la tregua sea abrió camino un plenario provincial de agrupaciones de jubilados que hasta el día de hoy viene batallando permanentemente por la restitución del 82% móvil y contra las presiones de armonización de la caja provincial con la Anses.

Las autoconvocatorias y el rol del clasismo

En una oposición por el vértice a la política de las burocracias, las conducciones clasistas en la provincia han obtenidos importantes triunfos en el difícil cuadro que supone la pandemia y el aislamiento social. Con cortes y movilizaciones al ministerio el Sutna enfrentó primero la retención y el recorte arbitrario de los salarios, luego la defensa de los protocolos de bioseguridad en las fábricas, para finalmente terminar imponiendo una de las mejores paritarias en los últimos meses. En la misma línea, el combativo Sitram conquistó aumento del 59% en lo que va del año, enfrentando la represión y persecución del gobierno municipal y provincial. En el caso de los trabajadores de la salud, las jornadas de lucha autoconvocadas y organizadas por la UTS se dieron cita todos los meses, haciendo no solo recular al gobierno en su política de persecución judicial y administrativa contra los trabajadores de la salud, sino arrancándole la designación de 1.400 nuevos agentes y la cobertura del bono estímulo para el personal no alcanzado por nación.

Este proceso, que logra expresarse abiertamente donde dirige el clasismo, cobra fuerza con concentraciones espontáneas y asambleas autoconvocadas donde aún domina la burocracia. En estos casos, el rol de las agrupaciones sindicales clasistas resulta decisivo para orientarlas hacia la organización independiente, y hacer madurar hacia una política de frente único de lucha que quiebre el pacto UIA-CGT-gobiernos. Así ha quedado demostrado en las experiencias de docentes, estatales y la lucha jubilatoria.

La organización de agrupaciones clasistas en estos frentes sindicales brinda las primeras armas de lucha sindical a las jóvenes camadas de trabajadores que salen a la lucha, y son una herramienta para recuperar los sindicatos y ponerlos al servicio de organizar y defender los reclamos obreros.

El Plenario del Sindicalismo Combativo y la Coordinadora Sindical Clasista del Partido Obrero cobran relevancia en un escenario donde el protagonismo del activismo independiente en las luchas, aún parciales, ponen la iniciativa en el terreno de las agrupaciones opositoras y los gremios recuperados. La concreción de un plenario regional del Sindicalismo Combativo puede, en este sentido, hacer converger a nuevos sectores obreros, ampliando lo que ya hoy es el único canal de desarrollo con el que cuentan los trabajadores para desenvolver y unificar sus luchas.