Sindicales

21/8/2003|814

Las elecciones de la CTA, un fraude

El escandaloso fraude electoral montado para la CTA, no puede ocultar el proceso de disgregación política y organizativa que atraviesa la burocracia sindical de De Gennaro. Convocadas a espaldas de los trabajadores de los gremios que componen la central sindical, y con el único objetivo de dar un espaldarazo a la política de la burocracia de integración al Estado, liquidando todo vestigio opositor, las elecciones han culminado en un fiasco para la burocracia.


A pesar del bochornoso padrón trucho de 850.000 afiliados, surgido de “afiliaciones directas” que han hecho de la CTA no una central de clase sino de “individuos”, el 13 de agosto, votaron menos de 100.000. Los anuncios de una elección plebiscitaria a la conducción degennarista, con más de 350.000 votantes en todo el país, no resiste el menor análisis. Ahí donde la oposición clasista de la Lista 2 pudo presentar un importante número de fiscales, la participación fue menor al 15% del padrón trucho, y con una alta votación a la lista opositora, Unidad y Lucha.


En Santa Cruz, los comicios tuvieron que ser suspendidos al comprobarse que la Junta Electoral Nacional de la burocracia había sumado al padrón a todo el aparato justicialista de la provincia y, ya que estamos, al padrón de fallecidos en la comarca. La decisión de liquidar a la única CTA provincial clasista, llevó al tándem De Gennaro-Depetris muy lejos, y esto en el sentido literal del término: para quebrar a los mineros del Turbio, pusieron una mesa de votación en Puerto Natales, Chile. La decisión de la Cta clasista de luchar contra el fraude, documentando la presencia de padrones armados por fuera de los sindicatos y de las organizaciones de masas que la componen, aguó la “fiesta” al oficialismo. Las nuevas elecciones fueron convocadas para mediados de septiembre.


Pero la burocracia no sólo se quedó sin los festejos santacruceños. En La Rioja, la lista provincial de De Leonardis, secretario general de los docentes y, junto a Mónica Galván de Santa Cruz, cabezas de la oposición clasista a nivel nacional, habría derrotado a la burocracia alzándose con la Cta de la provincia. El resultado final se conocerá en el curso de esta semana, cuando se abran cuatro urnas que se encuentran impugnadas y que están siendo “custodiadas” en el local central de la Cta.


Pero el dato más revelador lo encontramos en los resultados de la ciudad de Buenos Aires. Con un padrón “engordado” de 60.000 votaron, según la burocracia, menos de 10.000. Los datos reales obtenidos por los 160 fiscales opositores de la Lista 2, de las 160 mesas en donde verdaderamente se sufragó, bajan la votación a 7.500, obteniendo el clasismo el 21% de los votos. En los maestros de Ademys, en la AGD-UBA de los docentes universitarios, en los estatales de Segemar, triunfó la oposición por amplio margen. En el emblématico Hospital Garrahan, el triunfo de la Junta Interna opositora fue aplastante: el degennarismo perdió por 127 a 45. El oficialismo triunfó ampliamente en APA (aeronáuticos) y en  docentes primarios. En el primero está pendiente el desenlace de la lucha por la línea aérea estatal, que se encuentra empantanada y que con el sigilo de la burocracia ya se cobró 500 compañeros, que han buscado otros horizontes. En el caso de docentes, el Sutebazo es una tarea aún pendiente para la Capital.


De conjunto, la escasa concurrencia a la hora de votar en la Capital (menos del 15% del padrón) refleja la incapacidad de la burocracia de movilizar su propio aparato.


La presentación del Frente de Unidad y Lucha; la estructuración en diversos lugares del país de oposiciones a la burocracia; y el Sutebazo en la provincia de Buenos Aires con el triunfo y la obtención de minoría en distintas seccionales del Suteba, representan un enorme avance de la Asamblea Nacional de Trabajadores, que ha sido capaz de organizar una presencia nacional opositora al degennarismo y al colaboracionismo con los gobiernos de turno. Marcan un triunfo de la lucha por darle un canal de movilización al movimiento obrero ocupado, que se encuentra maniatado por la tregua de las centrales sindicales.