Las estatizaciones de los K: Vaciamiento de la ex Fábrica Militar de Aviones

Desde hace diez días están de paro los trabajadores de la reestatizada Fadea (ex Lockheed Martin, ex Area Material Córdoba, ex Fábrica Militar de Aviones). Al momento de escribir esta nota, en asamblea se decidía la aceptación o no de la conciliación obligatoria.

La medida de lucha, que incluyó jornadas de corte de ruta, es contra lo que los trabajadores denuncian como un vaciamiento de la empresa. La decisión de la Fuerza Aérea Argentina de convocar a una licitación para instalar un banco de prueba para motores Allison del Hércules C-130 fuera de Fadea fue la gota que rebalsó el vaso.

La Fuerza Aérea es el principal cliente de Fadea y los trabajadores denuncian que hoy la planta (con 1.000 operarios) está paralizada, ya que la Fuerza Aérea traslada las reparaciones a talleres particulares, la mayoría de los cuales son propiedad de oficiales de la Fuerza.
A la caída de los fondos para la compra de aviones o construcción de nuevos, se suma el negociado con las reparaciones.

Las autoridades de la empresa salieron a desmentir a los trabajadores, argumentando que tienen contrato y trabajo asegurado hasta fines de 2011. A su vez, se anunció que fue aprobado el desarrollo de un avión de entrenamiento primario. Los trabajadores desconfían y tienen motivos.

Cuando en 2008 se resolvió la estatización de la Lockheed Martin, Kristina habló de un nuevo “despertar” de la industria aeronáutica argentina y anunció contratos con Embraer y un nuevo Pampa. En ese mismo momento, había despidos en la misma Embraer, en Boeing y Airbus.

Desde ese anuncio al día de la fecha, se hicieron muchos otros, como la entrada al negocio energético y una alianza con Finmeccanica de Italia para construir un nuevo avión. Nada de eso pasó y la planta trabaja cada vez menos.

La estatización de la Lockheed Martin, como lo denunciamos en ese momento (ver Prensa Obrera Nº 1.075), fue una operación a gusto y piacere de la empresa yanqui, uno de los principales proveedores de armas del mundo, ya que recibieron una compensación de 25 millones de dólares luego de no haber invertido un solo peso y vivido de los subsidios del Estado durante los catorce años de su gestión.

La estatización fue saludada por prácticamente todo el arco político y motivó un acto donde todas las fracciones de la burocracia sindical (incluido el degennarismo local) consideraron un deber expresarse bulliciosamente frente a Kristina. Esta hizo lo que mejor saben los K: disfrazar de “nacional y popular” un negociado.

Que se abran los libros de la empresa y se establezca un control de los trabajadores del accionar de la Fuerza Aérea.