Sindicales

6/4/2021

Las trabajadoras estatales frente al acoso y las violencias en nuestros lugares de trabajo

Algunas consideraciones hacia el plenario de la Coordinadora Sindical Clasista.

Hace unas semanas publicamos el testimonio de una compañera estatal que enfrentó el acoso de su jefe y logró un fallo en primera instancia de cinco días de arresto efectivo para el violento. En su crónica se detalla el camino recorrido, superando el dique de contención impuesto por la Ciot (Comisión de Igual de Oportunidades y Trato) y los sindicatos.

En estas mismas páginas explicamos también la importancia de este fallo ejemplar, por tratarse de uno de los primeras sentencias condenatorias en un caso de violencia laboral.

La repercusión de ambas notas entre los y las trabajadoras de la administración pública, pero también en otros ámbitos, da cuenta de lo extendidas que están las prácticas de acoso y maltrato laboral, y la imperiosa necesidad que tenemos las trabajadoras de desarrollar canales para la organización independiente en defensa de nuestros derechos.

Este último año, además, hemos asistido a un empeoramiento acelerado de nuestras condiciones de trabajo, como nunca antes habíamos visto: frente a una inflación interanual que supera el 42%, nuestros magros salarios han sido erosionados, quedando en gran parte por debajo de la línea de pobreza, y en algunos casos hasta por debajo de la línea de indigencia. La precarización laboral, siempre en ascenso, deja a miles de estatales sin garantías de estabilidad, lo cual implica una afronta a nuestros derechos más básicos y una condición de posibilidad para que los acosos se desarrollen impunes en nuestros espacios de trabajo. Pero además, habilita los despidos injustificados, como el caso de las 140 compañeras despedidas del Ministerio de Educación, y todo tipo de arbitrariedades que constituyen a las claras una violencia institucional explícita por parte de nuestra patronal, el Estado nacional.

Otro tanto hay para decir del esquema imposible que significó la instalación del teletrabajo para aquellxs que han tenido que resolver en simultáneo sus funciones con tareas de cuidado familiar. Algo que todavía recae mayormente sobre las compañeras, que en muchos casos no han podido hacer uso de las dispensas correspondientes. Tampoco se han garantizado el envío de elementos básicos para el trabajo, ni el reintegro de los gastos de luz e internet que corren a cuesta nuestra: sucede que para lxs estatales no rige siquiera la ley de teletrabajo.

Todas estas violencias se desarrollan frente a la mirada indiferente de las direcciones de ATE y UPCN, que dan la espalda a nuestras necesidades en pos de sus acuerdos con la patronal. Quienes deberían estar a la cabeza de enfrentar estos atropellos, por el contrario, se limitan a nombrar a dedo paritarios para las comisiones de Ciot y Cymat (Comisión de Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo), que no hacen absolutamente nada, ni por nuestras condiciones de trabajo ni contra la violencia de género y laboral que vivimos de forma sistemática y cotidiana.

Pero la política colaboracionista de la burocracia no puede ni debe paralizarnos. Lo cual coloca la puesta en pie de instancias de organización independiente de lxs trabajadorxs como un problema de primera necesidad. Desarrollemos asambleas y comisiones de géneros sin distinción de afiliación, para enfrentar estos y todos los ataques de la patronal y defender nuestras reivindicaciones más inmediatas.

Estas serán algunas de las discusiones que llevaremos a la comisión de Mujer y diversidades del plenario de la Coordinadora Sindical Clasista del próximo sábado 10 de abril. ¡Adelante compañerxs!