Sindicales

13/8/1997|552

Lorenzo Miguel firma el acuerdo Menem-CGT en Sevel

La planta de Sevel en El Palomar es una de las diez de mayor tamaño en toda la UOM, y sus 2.500 trabajadores constituyen lo que es hoy la seccional Caseros.


El secretariado de la UOM acaba de firmar allí un convenio que establece, por dos años, la posibilidad de aplicar suspensiones rotativas, la flexibilización de la jornada laboral, el congelamiento del salario y la ‘paz social’ (prohibición de luchar). Lo que ya trascendió del ‘acuerdo’ no tiene nada que envidiar a las “condiciones de productividad” que el mismo secretariado firmó para Diasa, la planta que formó parte del grupo Macri hasta antes de su desguace en favor de Fiat.


El pretexto esgrimido por el secretariado es que si la UOM no firmaba este acuerdo, la ‘coyuntura’ hubiera obligado a la empresa a despedir a unos 750 obreros. “Llamó la atención que Miguel, un dirigente gremial ahora enrolado en el ala dura del sindicalismo, haya aceptado firmar un acuerdo de flexibilización laboral”, comenta un periodista que no conoce la historia del ‘Loro’ (El Día, 21/7). Horas más tarde y suelto de cuerpo, el burócrata de la UOM  anunció su adhesión al paro del 14 contra “el pacto negrero y flexibilizador de la CGT”.


Con el acuerdo en Sevel, el secretariado de la UOM ha dado un paso más en la línea de los convenios por empresa que exige la gran patronal. Es cierto que los grandes pulpos exigen que estos convenios puedan ser firmados por las comisiones internas, pero en Caseros, Miguel logró que eso ya sea redundante.


Frente a la presión de la gran patronal, y en particular “de las siderúrgicas, que son las compañías de mayor tamaño y quieren convenios por empresa, negociados con las comisiones internas, sin el sindicato” (Clarín, 23/5), el secretariado de la UOM quiere demostrar que se pueden suscribir los convenios más negreros sin necesidad de “romper la unidad monolítica”. Esta pierde así su razón de ser, pues deja de existir el convenio único, y los convenios por ‘ramas’; todas las grandes empresas, bajo la tutela de la UOM, se manejan con convenios flexibilizados suscriptos por los siete u ocho miembros del secretariado. Esto explica el reclamo dentro de la propia burocracia de la UOM para convertirla en una Federación, y dotar de “autonomía plena” a los aparatos locales, para que puedan manejarse como ‘feudos’ de colaboración con los pulpos siderúrgicos.