Los choferes de la 60 derrotaron a la patronal y al gobierno


Al cerrar esta edición los trabajadores de la línea 60 aprobaban una propuesta que incluye la reincorporación de todos los despedidos del conflicto actual; la consideración durante una conciliación ministerial de los tres despedidos de más de un año atrás; el pago de un 80 por ciento del básico de los días caídos y un régimen de licencia gremial de 12 días por mes para los delegados. 


 


Una propuesta similar, aprobada en asamblea cinco días antes, se había caído producto de una provocación patronal que, ya en el ministerio, regateó los puntos acordados. Planteó que no podía asegurar una suma por días caídos, más allá de un adelanto no precisado. Y se negó a colocar en debate, bajo ninguna circunstancia, el despido del compañero Canullán. 


 


El caso de Canullán es emblemático, fue despedido hace más de un año por enfermedad que la patronal atribuyó a adicciones, lo que fue desmentido por sobradas pruebas médicas. Si se niega a la reinstalación, es por no sentar un precedente para varias decenas de trabajadores afectados por enfermedades profesionales a los que se pretende indemnizar y despedir en lugar de reubicar en tareas adecuadas. 


 


Sobre los días caídos, la parte obrera sostuvo que se perdieron a causa de un lock out empresario y deben reintegrarse. Recuérdese que fue la empresa la que interrumpió el servicio cuando los choferes tomaron la medida de no cobrar boleto ante el primer despido que originó el conflicto. El nuevo acuerdo, se pactó mientras los trabajadores, indignados por la provocación patronal y la indiferencia criminal y cómplice del gobierno, habían subido por tercera vez a la Panamericana y renovado su voluntad de seguir la lucha en una poderosa asamblea de más de 600 choferes en la cabecera de Maschwitz.


 


 


Balance 


 


Luego de 40 días de lucha, el programa patronal fue derrotado. La intención de la empresa fue desde un comienzo emprender una “limpieza” de personal aplicando despidos sin causa, recurso erradicado hace mucho de la línea 60. Y regimentar al cuerpo de delegados antiburocrático y combativo, al que se le restringe sistemáticamente la actividad gremial. Ambos propósitos fueron derrotados: no existirán tales despidos y la actividad gremial se extendió a 12 días, en lugar de los 4 mensuales que admitía la patronal con apoyo de la UTA.


 


Durante 40 días de resistencia, apelando a todos los recursos, grandes marchas, cortes de rutas, festivales y fondo de huelga, los trabajadores quebraron los intentos patronales de restablecer el servicio con carneros provistos por la UTA. Se sobrepusieron a los bloqueos judiciales y policiales de las cabeceras instigados por patronal y gobierno; se mantuvieron ocupadas todo el conflicto. Rompieron un silencio oficial de más de un mes, que buscaba, junto a la patronal, el desgaste de los huelguistas. 


 


Cuando el triunfo parecía alejarse, la resolución de pasar a medidas más contundentes cambió el escenario. Como nos expresó un delegado: “no el simple corte de la Panamericana, sino, particularmente, la fuerte resistencia obrera a la represión de Berni, fue lo que cambió la situación”. Se quebró una resistencia patronal que parecía invencible. Es a todas luces un triunfo de los trabajadores, que golpearon una política empresaria que va mucho más allá de la 60. Es la política de flexibilización laboral, despidos y rebaja salarial que toda la patronal del transporte se propone aplicar ante las restricciones a los negociados con los subsidios.